¡Usted Puede Evangelizar!

¿Ha visto alguna vez las estrellas de los cielos en una noche clara y se ha maravillado por su belleza y elevado número? ¡Son centenares de miles, están bien fijas en sus posiciones, y brillan intensamente!

Las Escrituras dicen que las personas que enseñan la justicia a la multitud brillarán como las estrellas por la eternidad. Lea Daniel 12:3.

¡La tarea de la evangelización tiene relación directa con usted! Dios desea que usted dirija a Cristo a sus familiares y amigos. Cuando la Biblia menciona almas, su valor, y las recompensas de ganar a los perdidos, emplea un idioma de dimensiones celestiales. ¡Cuán grande incentivo para compartir las Buenas Nuevas!

En esta lección aprenderá usted en qué consiste la tarea de la evangelización. Descubrirá que pueden realizarla toda clase de personas. Será inspirado a prepararse para esta tarea recompensadora. ¡Abra su corazón al Espíritu Santo y permítale que le desafíe a evangelizar!

EN QUE CONSISTE LA EVANGELIZACION

La palabra evangelización es un término moderno que se refiere a los cuatro aspectos de compartir las Buenas Nuevas de salvación por la fe en Jesucristo. Estas cuatro actividades son: 1) contarle a la gente acerca del Salvador, 2) testificarles de Cristo, 3) ganarlos para El, 4) ayudarles a ganar a otros. Estudiaremos cada una detalladamente.

Contar las Buenas Nuevas

Cuando el apóstol San Pablo usa el término evangelio, se refiere a quién es Jesús, por qué y cómo vino, lo que hizo, y que murió por nosotros y resucitó (1 Corintios 15:2-4). A todo ello también se le llama las Buenas Nuevas. Son buenas porque les dicen a las personas cómo ser salvos del pecado y sus resultados, cómo pueden recibir vida eterna. Son nuevas porque se refieren a acontecimientos reales. Desafortunadamente muchas personas no las han oído. Es necesario que alguien se las cuente. Este es un aspecto de la evangelización.

Testificar de Cristo

Testificar significa contar uno su propia experiencia de salvación. Consiste en testificar sobre lo que Jesús ha hecho por usted en lo personal. El dar su testimonio le ayuda a la gente a comprender que el poder de Cristo es real. Si pueden ver que es algo bueno, desearán tener lo que usted tiene.

Testificar significa dar evidencia o prueba. Cristo dijo: “Me seréis testigos” (Hechos 1:8). Esta parte de la evangelización testifica del poder salvador de Cristo en su vida.

La obra de testificar demanda el poder del Espíritu Santo. ¡Gracias a Dios que éste está a disposición de los creyentes hoy día! Cristo prometió que “recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”. El poder del Espíritu se da principalmente para testificar.

En la iglesia primitiva, San Pedro y otros apóstoles les hablaron valientemente del evangelio a los líderes judíos. Dieron evidencia de la muerte y resurrección de Cristo. Testificaron del arrepentimiento y el perdón de pecados. Ellos dijeron: “Nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo” (véase Hechos 5:29-32). ¡Experimentaron el poder del Espíritu Santo al testificar de Cristo!

Ganar a la gente para Cristo

No basta con contarles a otros acerca del evangelio, ni testificar de lo que el Señor ha hecho por usted. Necesita dar otro paso: dirigir a la gente para que reciba a Jesucristo como su Salvador. Al dirigirle el Espíritu Santo, ayúdeles a responder al amor y la invitación de Cristo. Es decir, la evangelización consiste en ganar a la gente para Cristo.

A la persona que gana a la gente para el Señor se le puede llamar evangelista, ¡pero no se asuste con esa palabra! Si usted les cuenta a otros acerca del Salvador, usted es evangelista. San Pablo alentó al joven Timoteo a que hiciera “obra de evangelista” (2 Timoteo 4:5), o a que se dedicara “a la obra de proclamar la Buena Noticia” (Nueva Versión Internacional).

Felipe, diácono de la iglesia primitiva, dio ejemplo de lo que es un evangelista (Hechos 21:8). Más adelante en nuestro estudio veremos cómo evangelizó Felipe.

Hacer discípulos de todas las naciones

Es necesario ayudar a los recién convertidos a fortalecerse en la fe y a crecer espiritualmente. Se les debe entrenar para que ganen a otros para Cristo. De nuevo nos referimos a la Gran Comisión: “Id . . . haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). Ellos también necesitan experimentar el gozo de ganar a otros para el Señor.

LOS LAICOS PUEDEN EVANGELIZAR

Siempre esperamos que los pastores, los misioneros, y los evangelistas de tiempo completo realicen la tarea de la evangelización. Sin embargo, ¡no pueden hacerlo todo! La evangelización del mundo demanda que todos los creyentes participen en la tarea de compartir las Buenas Nuevas. ¡Usted también puede evangelizar! Las siguientes historias constituyen ejemplos de laicos que han ganado almas.

Una persona de muchos años de convertida comienza a contar las Buenas Nuevas

El Sr. Lee, de la China, había sido creyente desde hacía muchos años y había asistido fielmente a la iglesia. Cuando tenía poco más de setenta años de edad se enfermó gravemente. De pronto, al comenzar a pensar en que se encontraría con el Señor se inquietó profundamente. ¡Todavía no puedo morir! dijo, no tengo cosecha que presentarle al Maestro. Comenzó a orar fervientemente al Señor para que le diera unos cuantos años más con el fin de testificarles a las personas para que fueran salvas.

¡Y ocurrió el milagro! El Sr. Lee sanó. Les contó a sus amigos cómo el Señor le había sanado después de orar. Comenzó a contar las Buenas Nuevas por dondequiera y cuantas veces podía. Viajó muchos kilómetros en su bicicleta para asistir a una iglesia nueva, en donde visitaba a las personas y las ganaba para el Señor. La nueva iglesia comenzó a crecer. Otros fueron inspirados por su celo evangelizador. Como por diez años más el Sr. Lee vivió y trabajó para su Señor. Entonces un día murió feliz y pacíficamente, ¡porque se había convertido en ganador de almas!

Una joven inválida les testifica a los demás

Cierta pareja de misioneros comenzaron a ayudar en una iglesia recién abierta. Oraron por la salvación de las almas y colaboraron con el pastor local para hacer que la iglesia creciera. La gente del área adoraba ídolos. Eran supersticiosos y le tenían miedo a la iglesia. Los misioneros querían que la iglesia fuera un lugar donde la gente se pudiera reunir sin temor alguno.

Una joven con el rostro y el cuerpo distorsionados asistía a la iglesia. Hablaba con mucha dificultad. ¿Acaso su apariencia ahuyentaba a la gente? Para sorpresa de los misioneros, descubrieron que muchos recién convertidos habían sido ganados por esta joven. Ella amaba a Cristo y su sonrisa así lo proclamaba. Se interesaba por las personas que no conocían al Señor. Gracias a su amor e interés, dio testimonio a pesar de su impedimento físico.

Una recién convertida gana a su padre para Cristo

Un hombre de negocios jubilado, quien es ferviente ganador de almas, dijo: “Creo que existe un propósito definido para las personas que el Señor relaciona conmigo como asociados. El me ha revelado que debo ayudarles. Oro pidiendo la unción y la dirección del Espíritu Santo en lo que debo hacer y decir para suplir necesidades espirituales.” Entonces narró la siguiente historia.

“Una joven que no conocía al Señor me pidió que visitara a su padre, anciano enfermo con un tumor en el cerebro. Debido al intenso tránsito de las horas de la tarde llegué al hospital después de las horas de visita. Me dijeron que el paciente estaba bajo la influencia de fuertes medicinas, además, de todos modos no hubiera podido conversar con él porque hablaba otro idioma. Le pedí al Señor que me abriera la puerta para poder alcanzar a este hombre con el mensaje del evangelio. A la semana el Señor contestó mi oración. El anciano se convirtió a Cristo y se fue al cielo, ¡un alma más que se había salvado!”

“¿Cómo ocurrió?” preguntamos.

“Cristina, la joven, estaba muy preocupada por su padre”, dijo este hombre. “Después de aquella primera visita al hospital, le dije: ‘Sólo me queda un medio para ayudar a su padre. Debo primero explicarle a usted cuidadosamente la forma de ser salva. Entonces debe aceptar al Señor como su Salvador. Luego los dos confiaremos en la promesa de que seremos salvos nosotros y nuestras respectivas familias (Hechos 16:31). Usted le contará a su padre lo que el Señor ha hecho en favor suyo y estará de acuerdo conmigo en que su padre se convertirá a Cristo. ¿Acepta este plan?’

‘¡Sí, por supuesto, señor!’ contestó Cristina entusiastamente.

“Muy bien. Son cinco los pasos para la salvación. El primero consiste en reconocer que usted es pecadora. ‘Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios’ (Romanos 3:23). Cristina, ¿cree usted esta verdad?

“‘Si. la creo’.

“Quedan aún cuatro pasos. El segundo consiste en reconocer que Dios ha hecho algo para remediar su situación pecaminosa.

‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16).

“El tercer paso consiste en aceptar a Cristo. No sólo debe admirarlo, ni tenerle lástima por sus sufrimientos. A quienes le reciben El les da la ‘potestad de ser hechos hijos de Dios’ (Juan 1:12).

“El cuarto paso consiste en confesar su pecado y alejarse de él. La Palabra de Dios dice que ‘si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad’ (1 Juan 1:9).

“El último paso, Cristina, consiste en confesar y creer que Jesús es su Salvador y Señor. ‘Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo’ (Romanos 10:9).

“¿Toma usted estos pasos, Cristina?

“Ella consintió, y procedí a orar por ella en afrikaans (idioma más parecido al suyo que yo podía hablar). Ella, a su vez, hizo oración y juntos le pedimos a Dios fervientemente por la salvación de su padre.

Al día siguiente por la noche sonó el teléfono. Era Cristina. Con mucho gozo me dijo que cuando visitó a su padre estaba despierto, y que le testificó de su salvación.

“‘¿Qué me quieres decir?’ le preguntó el anciano.

“‘Que he aceptado al Señor como mi Salvador.’

“‘¡Hija, es hermoso!’ exclamó el padre. ‘Me gustaría mucho que me contaras cómo puedo hacerme creyente.’

“Cristina le explicó los cinco pasos de la salvación por la fe en Cristo. Su padre aceptó a Cristo como su Salvador también. Ese día era miércoles. Al sábado siguiente partió a la presencia del Señor para siempre.”

Esta fue una victoria doble en la ganancia de almas: la joven fue, salva y, ella a su vez, ¡dirigió a su padre hacia el Señor!

Un obrero hace discípulos

Cierto obrero técnico de una compañía telefónica de América Central tenía que viajar largas distancias por el campo, a caballo, para inspeccionar y reparar los cables dañados. Tenía que dormir en casas de campesinos que trabajaban la tierra en las fincas. Este hombre se convirtió a Cristo. Por ello comenzó a testificarles a sus amigos campesinos acerca del poder salvador del Señor en su vida. Les leyó el Nuevo Testamento. Poco a poco aquellos campesinos comenzaron a responder a la verdad del evangelio. En un lugar dos o tres aceptaron a Cristo; en otro, toda una familia de cinco o seis miembros.

El obrero buscó a pastores para que instruyeran y bautizaran a estos creyentes. Juntos en comunión cristiana, los nuevos convertidos compartieron las Buenas Nuevas. El obrero continuó viajando en su labor de mantenimiento de sistemas telefónicos, pero en su tiempo libre les enseñaba y ganaba almas para Cristo. En la actualidad existen iglesias en los lugares donde este obrero lleno del Espíritu Santo se detenía en sus viajes. Fue obediente a la Gran Comisión.

PREPARESE PARA EVANGELIZAR

Demuestre interés por la gente

Hace muchos años Naamán, comandante del ejército sirio, ganó muchas batallas. Mas aunque era un gran soldado, honrado por su rey y su país, padecía una enfermedad incurable —la lepra.

Una jovencita, capturada en un ataque contra Israel, era esclava en su casa. Esta joven se preocupaba por su amo y deseaba ayudarlo. ¿Qué podía hacer?

Expresando simplemente su interés le dijo a la esposa de Naamán: “Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra” (2 Reyes 5:3).

Su interés produjo un milagro. Después que Naamán oyó lo que dijo, viajó a Samaria para visitar al profeta Eliseo. Al obedecer las instrucciones del profeta de lavarse siete veces en el río Jordán, su piel quedó tan pura y sana como la de un bebé. ¡Dios sanó por completo a Naamán!

Cuando usted se interesa por las personas y demuestra ese interés, encontrará la manera de ayudarlas.

Ore por las almas

La tarea de compartir las Buenas Nuevas de la salvación que Cristo ofrece es espiritual. Prepárese para esta obra orando específicamente por las personas. Recuerde sus nombres cuando haga oración. Aproveche la oportunidad de compartirles las Buenas Nuevas,

David, joven inglés, viajaba en tren de Caíais, Francia, a Bruselas, Bélgica. Antes de emprender ese viaje le pidió a Dios en oración que le diera la oportunidad de testificarle a alguien. Ocupó el único asiento disponible, junto a una dama belga de nombre Marie. Comenzaron a conversar. Pronto David descubrió que Marie estaba dispuesta a discutir temas espirituales.

“¿Es usted creyente cristiana?” preguntó David.

“No estoy segura”, contestó Marie. Le explicó que asistía a la iglesia de cuando en cuando. Entonces le preguntó a David si estaba afiliado a algún culto.

“No”, le dijo, “soy cristiano evangélico”. David entonces le explicó el camino de la salvación. Con mucho cuidado trató de no imponer su testimonio de conversión, dándole tiempo para que se expresara e hiciera preguntas. ¡Descubrió que ella andaba en busca de Dios, pero no sabia como hallarlo!

Su conversación se prolongó por tres horas — lo que duró todo el trayecto del viaje. David invitó a Marie a una iglesia donde se predicaba el mensaje completo del evangelio. Marie comprendió que Jesús es el único camino a Dios y con gozo lo aceptó como su Salvador.

Cuando conocimos a Marie, nos dijo: “¡Mi vida ha cambiado por completo!”

Gracias a la oración de David, el Espíritu Santo lo dirigió hacia un corazón hambriento con quien compartió las Buenas Nuevas de salvación.

Sed llenos del Espíritu

¡Cuán importante requisito para la ganancia de almas! Sea lleno hasta rebosar del Espíritu Santo y será lleno del poder para ganar almas para Cristo. ¡De lo profundo de su corazón brotarán ríos de agua viva para bendecir muchas vidas! Véase Juan 7:38.

Anhele ganar a otros para Cristo

¡Permita que el amor de Cristo arda en su corazón como una llama de fuego! Entonces deseará ganar a la gente para Cristo. El amor de Cristo le gobernará (2 Corintios 5:14) y le impulsará a ir a los perdidos. Amamos porque Dios nos amó a nosotros primero y envió a su Hijo para que nosotros (y ellos) pudiéramos obtener vida eterna.

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