El Reino Unido

Hemos observado al pueblo de Dios en sus caídas y restauraciones, como un niño que está aprendiendo a caminar. Bajo la dirección de Josué, los israelitas entraron en la tierra de Palestina. Realizaron muchas conquistas y se establecieron allí. Después pasaron por un período de pruebas y de transición bajo los jueces. Fueron tiempos difíciles, pero Dios preparó líderes para liberar a Israel de sus opresores. Durante este período el último juez, Samuel, se convirtió en líder de Israel.

Samuel ungió a Saúl como primer rey de Israel. El reinado de Saúl marcó el principio de la época de los reyes. Esta época del reino unido continuó durante dos reinados, los de David y Salomón. Cada uno de estos tres reyes gobernó como 40 años.

La época de los reyes fue la más brillante de la historia de Israel. Las épocas oscuras que hemos estudiado se convirtieron en una época de oro, ya que en ese tiempo se cumplió la promesa de Dios. Israel tomó su lugar entre las naciones del mundo.

¡Sus edificios, escritos y prosperidad demostraron la bendición de Dios a todo el mundo! En esta lección aprenderá acerca de ese tiempo maravilloso de bendición y prosperidad de los tres primeros reyes que gobernaron a Israel.

LA IDEA DE LA MONARQUÍA

Instrucciones de Dios

Israel no había tenido rey hasta ese tiempo. iJehová había sido su rey! Era una teocracia, o un “gobierno de Dios.” La idea de una teocracia, por la cual Dios gobernaba por medio de sus líderes designados, no había fallado. El pueblo, sin embargo, no era capaz de apreciar sus beneficios.

Aunque no era la perfecta voluntad de Dios para Israel, Dios les permitió que tuvieran un rey. El había previsto el día cuando ellos lo pedirían. Antes de que llegaran a Palestina Dios les había dado instrucciones sobre cómo deberían comportarse sus reyes.

Podemos resumir estas instrucciones declarando los siguientes cuatro principios:

1. Los reyes de Israel no deberían gobernar por su propia voluntad.

2. No deberían gobernar para su propia honra y gloria.

3. Deberían interesarse por la voluntad y la dirección de Dios para el beneficio del pueblo.

4. El rey debía estar tan sujeto a Jehová como el más humilde israelita.

En todos los reinados futuros de Israel estuvieron en vigencia estos principios. Mientras que un rey dependió de la voluntad de Dios, fue prosperado. Pero cuando un rey desobedecía la voluntad de Dios, era destronado.

La Demanda del Pueblo

Al ver el pueblo de Israel las naciones vecinas y al compararse con ellas, se sintió desunido y débil. Además, los hijos de Samuel eran perversos. Los ancianos deseaban evitar a toda costa que ellos se convirtieran en líderes de Israel (1 Samuel 8:1-5). Los israelitas se reunieron en Ramá, el hogar de Samuel, y le demandaron un rey. Su impaciencia, falta de confianza, y rebelión, constituyeron un pecado muy grave, y Samuel buscó al Señor en su dolor. Aunque Dios deseaba que Israel fuera su pueblo especial, ellos querían ser como las naciones de su alrededor (1 Samuel 8:5; 19:20). La petición de un rey mostró que no tenían confianza en Dios para que los protegiera, como Samuel se los mencionó más tarde (1 Samuel 12: 6-12). Dios le recordó a Samuel: “No te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8:7).

Después que se le advirtió al pueblo sobre las consecuencias de sus decisiones, insistieron en tener un rey. Entonces Dios le dijo a Samuel que les concediera su petición (1 Samuel 8:19-22). Cuando Saúl fue ungido como rey, Samuel dio su último mensaje a Israel como su líder (1 Samuel 1-2). En su mensaje les preguntó si estaban de acuerdo en que la conducta de él había sido intachable, a lo cual ellos asintieron (vv. 6-11). Les dijo, una vez más, que habían pecado al desconfiar del Señor pidiendo un rey (v. 12).

El pueblo temió al oír esas palabras, y al ser testigos de su milagrosa confirmación. Por eso le dijeron a Samuel: “Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros” (v. 19). Samuel consoló al pueblo, y les dijo que sirvieran al Señor. Los principios que les declaró constituyeron una profecía concerniente a todos los reyes que fueran a gobernar (vv. 20-25): “Solamente temed a Jehová y servidle con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis’,

Pero aunque Samuel ya no era el gobernador oficial de Israel, continuaba ejerciendo una gran influencia sobre la nación. El pueblo sintió que necesitaba la ayuda de él, y Samuel respondió de una manera agradable y hermosa (vv. 19-23).

¿Le ha recordado el Señor los nombres de algunas personas por las cuales debía usted orar? Quizá ellas, como el pueblo de Dios durante el tiempo de Samuel, se han alejado del Señor. Debemos seguir el ejemplo de Samuel y no pecar contra Dios dejando de orar por ellas.

El Reinado de Saúl

Escogido Como Rey

Aunque el pueblo no escogió un rey por elección, fue obvio que Dios les escogió uno de acuerdo con el deseo de ellos. Leemos que Saúl era “joven y bien parecido. . . No había otro israelita tan bien parecido como él, pues en estatura ninguno le pasaba del hombro” (1 Samuel 9:2). El poseía la personalidad que el pueblo deseaba en un rey.

Después que Dios le reveló a Samuel que Saúl sería rey (1 Samuel 9:15-17), Samuel lo ungió en una ceremonia privada (1 Samuel 9: 27-10:1). Samuel le dijo a Saúl las señales que Dios le daría para confirmar su ungimiento, y le dijo que lo esperara en Gilgal. Las señales se cumplieron tal como Samuel lo había profetizado. Entonces, en Mizpa, después que los israelitas recordaron su pecado al pedir un rey, Samuel declaró públicamente que Saúl era el rey (1 Samuel 10:1-27).

Victorias y Fracasos

Como jefe del ejército de Israel, Saúl fue un líder brillante. Obtuvo victoria tras victoria. Pero Saúl no se sujetó a la autoridad de Dios. Por este fracaso fue rechazado por Dios como rey.

Rechazado como Rey

Después de la desobediencia de Saúl en Gilgal (1 Samuel 13: 8-12), Samuel le dijo por primera vez que él y su familia no continuarían gobernando a Israel. “Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón” le dijo Samuel a Saúl (1 Samuel 13:14). Después de la segunda desobediencia de Saúl, Samuel repitió su declaración, pero con palabras más fuertes:

«Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?.. . Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuánto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:22-23). A través de su vida, con frecuencia, Saúl admitió su pecado, pero aparentemente nunca cambió de verdad.

El rechazo de Saúl fue una gran desilusión para Samuel (1 Samuel 15:35). Pero Dios ya había escogido a otro hombre.

El Reinado de David

El profeta Samuel preparó el camino para David, el rey más importante de Israel. David pasó mucho tiempo de su juventud como pastor. Estas experiencias le sirvieron de base para muchos de los salmos que él escribió y que se encuentran en el libro de los Salmos. Pero no fue pastor toda su vida, ya que fue el hombre escogido por Dios para que fuera rey.

Ungido como Rey

Dios transformó el duelo de Samuel por Saúl y le envió a Belén a la familia de Isaí. David era el hijo menor de Isaí.

Samuel ungió a David, y el Espíritu de Dios vino sobre éste desde ese momento en adelante (1 Samuel 16:13).

En espera del tiempo de Dios

Pero pasaron varios años antes de que David llegara a ser rey de Israel. Al principio, David se asoció con la corte de Saúl, donde su habilidad musical tranquilizó el espíritu atribulado del rey (l Samuel 6: 14-23).

David mostró su coraje y su confianza en el Señor respondiendo al desafío de Goliat el filisteo (1 Samuel 17:20-58). Su victoria llamó la atención del pueblo de Israel, y su popularidad entre ellos provocó los celos de Saúl (1 Samuel 18:6-9). Pero ninguno de los planes de Saúl para destruir a David tuvo éxito. David se casó con Mical, la hija de Saúl, y llegó a ser un amigo cercano de Jonatán, su hijo.

Cuando aumentaron los éxitos de David, también aumentaron los celos de Saúl. El sabía que el Señor estaba con David (1 Samuel 18:12, 18). Finalmente, David se vio obligado a vivir como fugitivo, para evitar que Saúl lo matara (1 Samuel 19:11-17). El profeta Gad (a quien probablemente David había conocido entre los profetas que estuvieron con Samuel en Ramá) estuvo asociado con él durante este tiempo y también más tarde (1 Samuel 22:5; 2 Samuel 24:11-25).

Al principio David buscó refugio en el reino de Israel. Después huyó a la nación de Gat, donde reinaba Aquis (1 Samuel 21). Cuando volvió a Israel, buscó refugio en la cueva de Adulam (1 Samuel 22) donde muchos hombres se le unieron. Después que el profeta Samuel murió y fue sepultado en Ramá, David fue a Parán (1 Samuel 25:1). Finalmente, después de muchas escapadas peligrosas, se instaló en Siclag (1 Samuel 27), donde permaneció hasta la muerte de Saúl.

Durante esos años de exilio y peligros, David se propuso someterse a la voluntad de Dios.

En esta sumisión a la voluntad de Dios, David representó el ideal verdadero de la monarquía. Saúl fue exactamente lo opuesto. Su espíritu de rebelión lo llevó hasta la hechicería (1 Samuel 15:23; 28:3-25). Los últimos años del reinado de Saúl fueron una lucha entre el rey desobediente y Dios. Finalmente, después de un momento terrible de frustración, Saúl se suicidó en el monte Gilboa. Tres de sus hijos, incluyendo a Jonatán, el amigo más estrecho de David, ya habían muerto en la batalla contra los filisteos. Fue un trágico final para el primer rey de Israel. David lamentó mucho la muerte de Saúl y Jonatán como se registra en 2 Samuel 1.

El gobierno sobre Judá

Después de la muerte de Saúl, solamente la tribu de Judá reconoció a David como rey. Fue ungido por ellos y reinó sobre Judá desde Hebrón durante siete años (2 Samuel 1-4). Is-boset, hijo de Saúl, reinó sobre el resto de las tribus, a las cuales les llamó “Israel.” Pero cuando la familia y los descendientes de David crecieron y se fortalecieron los de Saúl se debilitaron. Las dos partes del reino se enfrascaron en conflictos. Entonces se suscitaron una serie de hechos violentos e Is-boset fue asesinado por dos de sus capitanes.

El gobierno sobre todo Israel

Después de la muerte del rey Is-boset, las tribus se reunieron en Hebrón y ungieron a David como rey sobre todo Israel y Judá (2 Samuel 5:1-5). David tomó a Jerusalén de los jebuseos, quienes la habitaban, y la estableció como la capital del reino unido (2 Samuel 5). Reinó allí por 33 años.

David continuó sumiso a los deseos de Dios. En primer lugar recobró el Arca del Pacto y la instaló en la ciudad capital (2 Samuel 6). Usted recordará que este símbolo de la presencia de Dios se había perdido en la batalla de Afec por culpa de los hijos impíos de Elí, y que los filisteos la habían retornado por el castigo que Dios les había enviado. Los israelitas también tuvieron miedo y la guardaron en un granero en el lugar llamado Quiriat-jearim. Aunque este lugar estaba a sólo 13 kilómetros al Oeste de Jerusalén, el arca permaneció allí por más de 60 años (1 Samuel 5-7), incluyendo todo el tiempo de Samuel como juez, todos los años de Saúl como rey, y parte del reinado de David.

Durante este tiempo Dios hizo un pacto con David, en el que le prometió un reino que perduraría para siempre. Al pasar el tiempo, David extendió las fronteras de Israel por medio de conquistas militares. Derrotó a los filisteos, a los moabitas y a los amonitas (2 Samuel 8-10).

En la plenitud de sus éxitos, David cayó en un pecado terrible. Cometió adulterio con Betsabé e hizo arreglos para que su esposo Urías muriera en batalla (2 Samuel 11). Urías había sido compañero de David y capitán militar por mucho tiempo. El profeta Natán llamó la atención de David por su pecado, y el juicio de Dios le fue anunciado. El niño que les nació a Betsabé y a David, murió (2 Samuel 12:15-23). David se arrepintió sinceramente y fue perdonado por Dios, y, a causa de su humildad y quebrantamiento, Dios continuó usándole. David escribió los Salmos 32 y 51 en ese tiempo de convicción.

Después el Señor, como para probar a David su completo perdón, les dio a él y a Betsabé (quien ya era su esposa) otro hijo. Este hijo fue llamado Salomón, que llegó a ser el próximo rey de Israel (2 Samuel 12:24-25; 1 Reyes 1:39-40)

Aunque David se arrepintió, los resultados de su pecado alcanzaron a su familia. Primero, su hijo Amnón comenzó a comportarse impíamente (2 Samuel 13-14). Finalmente ocurrió la rebelión de su hijo Absalón. David fue sustituido de su trono por un corto tiempo por Absalón (2 Samuel 15-18). Después fue restituido a su reino (2 Samuel 19-20) y, en un maravilloso salmo de agradecimiento, honró a Dios (2 Samuel 22-23).

David pecó otra vez por censar a su pueblo. Con ello demostró que confiaba más en el gran número de sus soldados que en el Señor. Una plaga azotó a Israel. Después de su arrepentimiento e intercesión, la plaga cesó, y David levantó un altar al Señor en la propiedad de un hombre llamado Arauna (2 Samuel 24:10-25).

Cuando David llegó al final de su vida, uno de sus hijos, Adonías, trató de usurpar el trono. Sin embargo, no le fue permitido, y Salomón llegó a ser el rey. David murió y fue sepultado (1 Reyes 1: 1-2:12). En el desarrollo de la historia de Israel, todos los otros reyes fueron comparados con el tipo de reinado y la adoración a Dios que David practicó.

El Reinado de Salomón

Obediencia y éxito

Durante el reinado de Salomón, Dios llevó a Israel a una gran gloria que sorprendió al mundo entero. Salomón gobernó por 40 años (1 Reyes 11:42). Principió en grandeza. Cuando Dios se le apareció y le preguntó qué le gustaría recibir, él pidió sabiduría para gobernar al pueblo de Dios. Esta petición le agradó a Dios (1 Reyes 3:5-14) y Salomón fue conocido por su sabiduría (1 Reyes 3:28; 4: 29-34). Confiaba en Dios y le amaba (1 Reyes 3:3).

Durante su reinado, se compusieron muchos cantos y partes de la Biblia. Salomón escribió 3.000 proverbios, de los cuales 375 son preservados en el Antiguo Testamento. También escribió 1.005 cantos, tres de los cuales están registrados en la Biblia (Salmos 72 y 127, y Cantar de los Cantares).

Cuatro de los 11 capítulos que narran el reinado de Salomón, dan una descripción del templo que él edificó (1 Reyes 5-8). Este templo, que fue edificado en el mismo lugar en Jerusalén donde David había construido el altar (2 Samuel 24), asombró al mundo. Su valor actual sería de miles de millones de dólares. Sólo la mano de obra incluyó a 30.000 judíos y a no menos de 153.000 cananeos.

Durante esos años del reinado de Salomón, el reinado de Israel fue una ilustración del deseo de Dios de bendecir a su pueblo, el pueblo con quien El había hecho un pacto. Leemos la descripción en 1 Reyes 10:14-29 y nos sugiere cuán grande era ese reino. ¡El pueblo de Dios lleno de su gloria fue una maravilla para el mundo!

Desobediencia y Fracaso

Pero a pesar de todos los éxitos de Salomón, falló en su devoción a Dios. Su reinado aumentó en riqueza y fama. Hizo alianzas con naciones extranjeras y se casó con muchas mujeres que no eran de Israel, aunque Dios se oponía a que un rey tuviera muchas esposas (Deuteronomio 17:17). Las esposas de Salomón lo desviaron del Dios de su padre (1 Reyes 11:1-8). Adoró otros dioses y el Señor tuvo que castigarlo a causa de su desobediencia.

Salomón comenzó a actuar como los reyes tiranos que gobernaban las naciones vecinas. Cuando murió, el reino que había alcanzado mucha grandeza, empezó a declinar. Sin embargo, la gloria y la riqueza de su reino son un ejemplo de las bendiciones abundantes que Dios desea dar a su pueblo.

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