Juicio y Cautiverio

Hemos estudiado el propósito de Dios como se ha visto en la historia de su pueblo. Desde un pequeño principio, con un hombre de fe, habían crecido hasta llegar a ser una nación poderosa. Pero después se convirtieron en una casa dividida. Ahora estudiaremos una serie de terribles desastres que Dios permitió debido a sus pecados. Ambos reinos cayeron, y los cautivos pasaron muchos años en tierras extranjeras.

El cautiverio de su pueblo causó gran dolor al corazón de Dios. Sin embargo, la Biblia nos enseña que “el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos 12:6). Necesitamos aprender que si Dios nos trata en forma severa es para que nos alejemos del pecado, lo hace con un corazón lleno de amor. En amor, Dios a menudo recibe a aquellos que vagan en el pecado y que vuelven a la comunión con El a través de una prueba severa.

Mientras estudia este período del pueblo de Dios, descubrirá algunas de las lecciones que ellos aprendieron por amargas experiencias. Algunas de estas lecciones les trajeron beneficios espirituales eternos. Encontrará usted verdades que puede aplicar a su propia vida.

LA VARA DE JUICIO

Ya nos hemos familiarizado con las advertencias que Dios le dio a su pueblo por medio de los profetas. Estas predijeron que la infidelidad a Dios sólo produciría un resultado: el desastre. Dios es paciente y el juicio debía ser postergado, pero al final, la injusticia sería juzgada. El Señor había tratado de salvar a su pueblo. Ellos no escucharon. A veces ellos respondieron con obediencia exterior, pero no con un cambio en su vida interior. Estudiaremos los hechos de estos años oscuros, pero a la luz de una importante comprensión del propósito de Dios: El juzgó y purificó a su pueblo, pero no lo destruyó.

La caída del reino del norte

Hemos visto cómo la nación de Israel estaba rodeada por tres grandes potencias: Egipto, Babilonia, y Asiria. Cada una de éstas trataba de convertirse en la nación más poderosa del mundo.

Observemos la ubicación de estas naciones en el mapa anterior. Israel y Judá quedaban en medio del triángulo. Cuando el pueblo de Dios caminó por fe, El los protegió de estas presiones políticas. Pero cuando lo abandonaron, Dios usó estas naciones, primero para advertirles, y finalmente para traer juicio sobre ellos.

Durante el año 16 del rey Acab de Israel, un rey poderoso subió al trono de Asiria. Este fue Salmanasar III. Frecuentemente tuvo contacto con las fronteras de Israel, porque estaba edificando un gran imperio. Antes de su muerte, las ganancias que obtuvo se perdieron debido conflictos internos de Asiria. Sin embargo, los gobernantes que le sucedieron, Tiglat-Pileser III, Salmanasar V, y Sargón II, hicieron de Asiria la potencia militar y económica más importante del área. Para ello les tomó sólo 40 años. Finalmente, Israel fue hecho vasallo, y fue obligado a pagar tributo a Asiria por su existencia. Los profetas Amós, Oseas e Isaías habían advertido que esto pasaría. Pero Israel había continuado en pecado.

El reino del norte no solamente era culpable de la lista de pecados por los cuales Dios los acusaba, sino también del rechazo al mensaje de los profetas. La nación pudo haber sido salvada si hubiera escuchado. Las advertencias de Dios y su paciencia hubieran producido en ellos la justicia. Pero finalmente, por su pecado y su rebelión, el juicio se cernió sobre ellos.

Debido a que ellos no se arrepintieron verdaderamente, y al orgullo de los líderes de Israel, Dios permitió que Asiria los venciera. Esta luchó por tres años contra Samaria, la capital del reino del norte. Luego, en el año 722 a.C. Sargón II capturó la ciudad y llevó a los habitantes del reino del norte en cautiverio. El reestableció otros pueblos cautivos en el lugar donde el pueblo de Dios había estado (2 Reyes 17:24). Los descendientes de estos pueblos son los samaritanos, acerca de quienes leemos en la Biblia, como aparece en Juan 4. Observe en el siguiente mapa el lugar a donde fue llevado cautivo el pueblo de Israel.

Pero aunque sabemos a donde fueron llevadas las diez tribus, ningún relato nos dice qué les sucedió después. Sencillamente desaparecieron de la historia, nunca volvieron a su tierra natal. Recuerde, sin embargo, que algunos hombres justos de cada tribu habían huido a Judá cuando subió al trono el primer rey del reino del norte, Jeroboam I, quien introdujo la idolatría. Probablemente algunos que habían pertenecido al reino del norte, volvieron a Jerusalén en la restauración que estudiaremos en la lección 10.

La caída del reino del sur

La caída de sus hermanos del norte constituyó una advertencia muy clara y un mensaje de Dios para Judá. Por una variedad de razones, incluyendo la intervención de Dios, Judá no cayó bajo Asiria en ese tiempo.

Sin embargo, con el tiempo Asiria cayó bajo Babilonia, quien tomó toda su tierra. El profeta Nahum ya lo había predicho. Nínive, la capital de Asiria y el lugar donde Jonás había predicado, fue destruida por Babilonia en el año 612 a.C. Después Egipto le arrebató a Babilonia el área oriental del caído imperio asirio. Esta incluía el territorio en el cual se ubicaba la pequeña Judá, el reino del sur. Pero Babilonia se impuso. Dios levantó fuertes voces proféticas durante este tiempo, como Isaías, Jeremías, Nahum, Habacuc, y Sofonías.

Aunque hubo algunos brotes de avivamiento, el reino del sur no se arrepintió completamente,. Finalmente, el Señor usó a Babilonia contra Judá, como había usado a los asirios contra Israel. Las profecías de Isaías y Jeremías contienen la razón del juicio de Dios. La lucha de Judá contra Babilonia duró 20 años más o menos. Después el reino del sur fue llevado cautivo a Babilonia en tres etapas:

  1. 605 a.C. Nabucodonosor tomó cautivo al rey Joacim, a los príncipes (Daniel y sus compañeros) y a los hombres fuertes (2 Crónicas 36:5; Daniel 1:1-6). A menudo a éste se le llama el primer cautiverio.
  2. 598 a.C. Nabucodonosor tomó cautivos al rey Joaquín y a 10.000 ciudadanos principales a Babilonia (2 Reyes 24: 14-16). El profeta Ezequiel y el bisabuelo de Mardoqueo, el primo de Ester, también fueron tomados cautivos en este tiempo.
  3. 586 A. C. Jerusalén y el templo fueron quemados y destruidos. La mayoría del remanente fue llevada a Babilonia (2 Reyes 25:7-11).

El reino del sur tuvo mejor ventura que el del norte. Fue castigado con problemas y el exilio, pero más tarde volvió un remanente y Jerusalén fue reedificada. (Estudiaremos esta reedificación en la lección 10.) Sin embargo, la nación nunca volvería a tener la gloria y el poder que tuvo durante los días de David y Salomón. Esto deberá esperar hasta que Jesucristo vuelva a establecer su reino glorioso y eterno. Su gobierno no tendrá fin (Apocalipsis 11:15).

EXPERIENCIAS DURANTE EL CAUTIVERIO

La destrucción de Jerusalén y del templo debieron de haber parecido el fin del mundo para los judíos devotos. Era la pérdida de todas sus esperanzas y la victoria aparente de los impíos. Quizá sintieron que Dios se había olvidado de su pueblo. ¡Pero El no lo había olvidado!

Descripciones del cautiverio

Cuatro libros principales del Antiguo Testamento se relacionan estrechamente con los años del cautiverio en Babilonia: Ester, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Estos libros nos ayudan a comprender qué pasó durante estos años.

Los cautivos judíos fueron establecidos en colonias en varios puntos del imperio de Babilonia. El mapa anterior muestra dónde se ubicó el área general de este asentamiento. El grupo con el que vivió Ezequiel se estableció por el río Quebar (Ezequiel 1:1). Otros grupos formaron sectores especiales en las ciudades grandes, aun en la misma Babilonia. Los judíos cautivos se casaron, cultivaron la tierra, y se convirtieron en personas de negocios. Con el tiempo obtuvieron casas y parecía que disfrutaban de tanta libertad como los demás habitantes del país.

De hecho, en las historias de Daniel y Ester descubrimos que algunos cautivos judíos llegaron a posiciones de gran autoridad en ambos imperios, el babilónico y el medo-persa. Sin embargo, tan buen trato no hizo felices a la mayoría de ellos. Estaban cautivos en tierra extranjera. Su nación, hogar y templo estaban desolados. El Salmo 137 es una descripción emocionante de sus sentimientos por este tiempo.

Líderes durante el cautiverio

Dios no dejó a su pueblo disperso sin mensaje durante la cautividad. El levantó líderes fuertes entre ellos. Daniel y Ezequiel son dos ejemplos de éstos. Ambos eran de Judá, y los dos fueron llevados cautivos a Babilonia. Daniel fue llevado en el primer grupo y Ezequiel en el segundo.

Daniel fue un joven príncipe que rápidamente ganó el favor del rey Nabucodonosor, rey de Babilonia. El libro que expresa las experiencias de Daniel es rico en historia y profecía. Dios le permitió a Daniel predecir los reinos futuros de la tierra y ver la venida del Mesías, tanto para sufrir como para reinar finalmente como Rey de reyes y Señor de señores.

Ezequiel fue un joven sacerdote. Dios lo levantó para testificar a los cautivos que más juicio estaba por venir. Cuando empezó su ministerio, Jerusalén y el templo todavía no habían sido completamente destruidos. Durante cuatro años y medio predicó el mensaje de juicio venidero. Luego se retiró a descansar por dos años hasta que Jerusalén fue destruida. Este cumplimiento de la profecía demostró que él era un hombre de Dios. Después Dios le permitió a Ezequiel el privilegio de recibir maravillosas visiones del reino último del Mesías y del futuro glorioso para todo el pueblo de Dios. Lea Ezequiel capítulos 35; 7; 11; 33; 37; y 47 antes de continuar.

Jeremías continuó escribiendo y profetizando durante este período. El fue un hombre muy reconocido, en particular después que sus profecías se habían hecho realidad. Por alguna razón le fue permitido permanecer en Judá y más tarde se fue con los israelitas que huyeron a Egipto. Su mensaje también fue de estímulo y esperanza para la restauración. Como hemos visto él predijo el retorno de los exiliados a Jerusalén. Repase y lea Jeremías capítulos 29-31. 42, 50-52 antes de continuar.

Ester fue otro personaje del período del cautiverio. El imperio de Babilonia fue vencido por los persas, y Ester vivió durante el período siguiente a esta derrota. El rey persa, Jerjes (también llamado Asuero) fue el gobernante. Ella llegó a ser su reina y, debido a su obediencia a Dios y a su coraje, los judíos de su día fueron salvados de la destrucción. Su historia muestra la providencia de Dios.

Resultados del cautiverio

Aunque los años del cautiverio fueron amargos y difíciles, de los mismos resultaron muchos beneficios. Entre algunos de estos beneficios se cuentan los siguientes cinco.

Purificación de la idolatría. Dios había juzgado a su pueblo por su idolatría, por la cual fueron llevados al cautiverio. Pero durante el exilio, ellos experimentaron la presencia de Dios de una manera nueva. A diferencia de los dioses de Asiria, Babilonia y Egipto, los cuales dejaron de existir junto con sus naciones, el Dios de Israel era tan poderoso como siempre. El pueblo de Dios vio el cumplimiento de sus profecías y experimentó sus distintas bendiciones en sus vidas. Su juicio en realidad llegó a ser una victoria espiritual; nunca más volvieron a mostrar la tendencia de adorar ídolos.

Una nueva forma de adoración. Debido a que no había templo o tabernáculo en la tierra del cautiverio, los israelitas comenzaron a organizar reuniones, a leer y a discutir las Escrituras que tenían. Este fue el origen de la sinagoga, un nuevo lugar de adoración. En la sinagoga, la gente experimentó un tipo de enseñanza que les condujo a relacionarse más estrechamente entre ellos. Esta nueva forma de adoración se mantuvo aun más tarde cuando el templo había sido reconstruido. Reforzó la fe del pueblo de Dios.

Una mejor idea de Dios. Debido a que habían estado desterrados de Palestina, los israelitas ya no pensaban que su tierra y templo eran los únicos lugares donde podían encontrar a Dios. Su concepto de Dios se amplió. Principiaron a aceptar el mensaje de Dios de un Mesías venidero. La idea de que Dios gobernaría sobre la tierra entera llegó a ser más real para ellos.

Una preservación milagrosa. Dios preservó sobrenaturalmente un remanente de su pueblo para que regresara a Jerusalén. Esta preservación fue un milagro. No fueron absorbidos por los pueblos que les rodeaban en la tierra del cautiverio, como otras naciones conquistadas lo habían sido anteriormente. Un esfuerzo para preservar las Escrituras.

Otro resultado significativo del cautiverio fue el esfuerzo unido para permanecer juntos y preservar los sagrados escritos de los hombres a quienes Dios había inspirado. ¡Este resultado nos ha beneficiado mucho a nosotros hoy!

Con el paso de los años el pueblo de Dios llegó a comprender el gran propósito que Dios tuvo al permitirles soportar el juicio y el cautiverio. Ya no tenían duda acerca de la majestad y la supremacía de Dios. Habían aprendido una lección maravillosa, pero muy costosa también.

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