Un Hogar para el Pueblo de Dios

El pueblo de Dios había sido libertado de la esclavitud en Egipto por la mano poderosa de Dios. Había recibido instrucciones de Dios para organizar su vida y adorarle de acuerdo con sus planes. Después de la demora provocada por su duda, se reunieron en las planicies de Moab y escucharon las palabras de Moisés. Pero, entonces, Moisés muríó. ¿Quién los guiaría a la tierra para poseerla?

Al estudiar esta lección y leer en su Biblia los eventos, conocerá al hombre que Dios escogió para guiar a su pueblo. También verá al pueblo entrar en la tierra prometida y ganar muchas victorias. También lo verá mientras atraviesa momentos de oscuridad y dificultades. Usted descubrirá, además, cómo Dios continuó guiándolos para cumplir sus propósitos para ellos como nación. El deseaba que su vida familiar, su adoración y su prosperidad fueran un testigo de El mismo, el único Dios verdadero para toda la gente de la tierra. El fijó una meta hacia la cual estaba guiando a su pueblo.

Su estudio de esta lección le ayudará a comprender las diversas experiencias del pueblo de Dios durante los primeros años en que poseyeron y vivieron en la tierra. Al principiar a comprender estas experiencias, usted puede ir aprendiendo muchas lecciones para su propia vida.

EL LÍDER Y LA TIERRA PROMETIDA

Josué, su preparación y ministerio

Lea Josué 1

Dios había preparado a un hombre para dirigir a su pueblo a la tierra prometida: Josué, hijo de Nun, un hombre que había sido escogido desde antes para espiar en Canaán. Caleb, otro de los espías, y Josué, fueron los únicos que regresaron con un buen informe (Números 11:1-14:10). Fue a Josué a quien Dios dijo:

“Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel” (Josué 1:2).

Aunque la preparación de Josué puede seguirse en los libros de Exodo y Números, en el libro de Josué leemos acerca de sus años como líder de la nación de Israel. Podemos dividir el libro de Josué en dos partes principales:

  1. Los capítulos 1-12 describen la conquista de Canaán;
  2. Los capítulos 13-24 narran cómo la tierra fue dividida entre varias tribus.

Este libro da evidencia de ser una narración histórica genuina. Como 300 ciudades y pueblos son mencionados. Los eventos descritos ocurrieron más o menos en un lapso de 25 años. El último discurso de Josué a Israel, el cual se encuentra en los capítulos 23 y 24, muestra el carácter piadoso de este hombre quien confiaba plenamente en el Señor y descansaba en El.

Canaán su descripción, conquista, y división

Características de la tierra prometida

 

La tierra de Canaán fue la escogida por Dios para su pueblo. El aprender algunos datos acerca de ella le ayudará a comprender mejor las Escrituras. Los eventos que ocurrieron en ese lugar cobrarán vida para usted.

Canaán fue nombrado después del cuarto hijo de Cam, quien fue el antepasado de los primeros habitantes (Génesis 9:18). Sin embargo, para evitar confusiones, me referiré a la tierra física misma como a Palestina. Durante los tiempos del Antiguo Testamento, el área de Palestina tenía una anchura promedio de 100 kilómetros en la parte más ancha. La parte más larga medía como 300 kilómetros. No era más grande que muchos estados, provincias o departamentos de muchos países de hoy.

La tierra que Dios escogió para su pueblo tenía cuatro características físicas especiales que deben tenerse en cuenta.

  1. Estaba aislada. Un vistazo al mapa le mostrará que colinda al oeste con el mar, al sur y al este con los desiertos, y al norte con montañas. Este aislamiento ayudaría al pueblo de Dios a desarrollarse de acuerdo con los planes de Dios. Las naciones que rodeaban a Israel eran idólatras. Pero a Israel le fue dada la revelación del Dios verdadero.
  2. Estaba en el centro. A pesar de estar aislada, Palestina estaba localizada en el centro de todas las grandes y poderosas naciones del mundo antiguo. Era usada como puente de tierra para viajar a través de ella. Las naciones de Egipto, Babilonia, Asiria, Persia, Grecia y Roma, todas crecieron alrededor de ella. La localización de Israel era importante porque Dios la había levantado como testigo al mundo.
  3. Estaba limitada. La pequeñez de la tierra la hacía poco atractiva para alguien con ambiciones políticas. Dios no llamó a Abraham simplemente para que fuera el fundador de otra nación, sino para que fuera el hombre a través de quien todas las familias de la tierra serían bendecidas.
  4. Era fructífera. Aun los infieles espías vieron los ricos frutos, cereales y vegetales de Palestina. Era propicia para producir todo lo que el pueblo de Dios necesitaría mientras anduvieran en obediencia.

Los habitantes de la tierra prometida

 

Había como siete tribus o naciones que ocupaban Canaán en el tiempo cuando Israel estaba listo para entrar en ella. Los hititas eran los más prominentes y eran el remanente del último gran imperio del mismo nombre. Vivieron cerca de Hebrón en el tiempo de Abraham y más tarde se mezclaron con los amonitas en las montañas en donde vivió Efraín. Los cananeos vivieron en la costa, los heveos cerca de Siquem, los ferezeos en el centro y sur de Palestina, los gergeseos, cerca del mar de Galilea, los amonitas en la meseta del oeste, y los jebuseos en las tierras altas centrales alrededor de su capital, la cual más tarde vino a ser conocida como Jerusalén. El término “cananeo” es usado muchas veces para referirse a todas estas tribus o naciones.

Según Deuteronomio 20:16-18, Dios les dijo a los israelitas que destruyeran a todos los habitantes de la tierra que les había dado. Este mandamiento presenta una cuestión seria en las mentes de mucha gente: ¿Cómo podía un Dios justo mandarle a Israel que lo hiciera? Se ha malgastado mucho tiempo discutiendo en contra de la destrucción de los cananeos. Se ha dado más atención al juicio que Dios mandó sobre ellos que a su carácter. Al estudiar las Escrituras sobresalen razones para el mandamiento de Dios.

  1. Dios sabía que si estas naciones perversas no eran destruidas, le enseñarían a Israel a pecar contra El (Deuteronomio 18: 9-13; 20:18).
  2. Canaán había sido prometida a Abraham y a sus hijos. Ya que la tierra es del Señor, la da en posesión a quien El quiere. Cuando Jacob agonizaba en Egipto, les pidió a sus hijos que lo enterraran en la tierra de Canaán como evidencia de la esperanza de que un día se cumpliría la promesa (Génesis 49:29-33).
  3. Cualquier derecho que tuvieron los cananeos sobre la tierra por haberla poseído por largo tiempo, lo perdieron a causa de su perversidad. Debemos recordar que esta gente también había descendido de una línea piadosa a través de los hijos de Noé. Constituyeron un ejemplo de una civilización que ha seguido el curso descrito en Romanos 1.
  4. La depravación moral de los cananeos en ese tiempo, demandó un juicio leve. Un escritor de historia antigua ha dicho: “Ninguna otra nación ha rivalizado con los cananeos en la mezcla de sangre y corrupción.” Su vida fue tan inmunda que 1.500 años después, en la perversa Roma, fueron condenadas sus prácticas. Sodoma, donde no podían encontrarse ni diez hombres justos, fue un ejemplo de las ciudades de esta civilización. Las prácticas de los cananeos están descritas en Levítico 18:21-23 y Deuteronomio 12:30-32.
  5. La expulsión de los cananeos siempre es mostrada en las Escrituras como un castigo por sus pecados (Levítico 18:24-25). A los israelitas se les advirtió que si pecaban y abandonaban el pacto con el Señor, sufrirían el mismo castigo (Josué 23: 11-13).
  6. En su misericordia, Dios había esperado por largo tiempo el arrepentimiento de estas naciones. Ellos habían oído el testimonio de hombres justos como Melquisedec (Génesis 14) y los patriarcas que vivieron entre ellos. Habían sido advertidos de la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 19:23-25). Habían escuchado sobre las maravillas por las cuales los israelitas habían sido liberados de Egipto. Incluso habían observado la presencia de Israel por casi 40 años en el desierto cercano.

El área de conquista; lea Josué 2-12

El pueblo de Israel se preparó para entrar en la tierra en pos de Josué, el líder que Dios había escogido para ellos. En ese tiempo Josué tenía 80 años de edad. Tenía ante sí un gran desafío. Las antiguas civilizaciones estaban en decadencia. ¿Podría edificarse una nueva civilización basada en el propósito santo de servir a Dios? En Josué 1:1-9 leemos lo que Dios le dijo a Josué en ese momento importante.

La guerra de conquista duró cerca de siete años. Hubo muchas dificultades. Las ciudades estaban amuralladas y eran grandes. Había confederaciones de reyes y hombres armados con carros de hierro. Pero la decadencia moral de los cananeos había producido debilidad en ellos, como una enfermedad interna.

La campaña militar de Josué estaba bien planeada. Fue un ataque directo al corazón de la tierra, dividiendo las tribus cananeas en dos partes. Los israelitas se movilizaron rápidamente y Dios estaba con ellos. Recuerde que esta no es una simple historia de un pueblo valiente. ¡Es una narración de los milagros poderosos de un Dios que guarda sus pactos!

La primer área de conquista incluyó las ciudades de Jericó, Hai, Betel, Sili, Siquem, y Dotán. Incluyó toda la tierra al oeste de estas ciudades hasta 8 kilómetros más o menos desde el mar Muerto, y toda la tierra al este al otro lado del río Jordán.

La segunda área de conquista se localizaba al sur e incluía las ciudades de Gabaón, Jerusalén, Jarmut, Laquis, Eglón, Hebrón, y Beerseba. Se extendía al oeste hasta a 8 kilómetros del mar Mediterráneo y al este como hasta a 8 kilómetros de la ribera sur del mar Muerto.

La tercera área de conquista se localizó al norte. Incluyó las ciudades de Bet-sán, Hazor, y Dan. Se extendió al este y al oeste desde 8 kilómetros al este del Jordán hasta a 8 kilómetros del mar Mediterráneo. Se extendió al norte y al sur como a 16 kilómetros al sur de Bet-sán hasta a 16 kilómetros al norte de Dan.

Esta guerra de conquista tuvo efectos de largo alcance. Hemos recibido muchos beneficios de ella, ya que de la pequeña nación de Israel surgieron la Biblia y Jesucristo mismo. Los israelitas, en cierto sentido, lucharon en favor de nosotros. Ciertos valores que tenemos en alta estima nos fueron transmitidos por ellos: el valor del individuo, la importancia del hogar y la adoración de un solo Dios quien es Creador y Padre de todos. Casi podemos decir que la guerra que ellos libraron ha tenido más repercusiones en nuestra vida que cualquier otra guerra.

LA DIVISIÓN DE LA TIERRA; LEA JOSUÉ 13-24

Después de la conquista de Canaán, a cada tribu se le dio una porción de tierra. Esta representó una herencia tanto espiritual como física. A los levitas no se les dio ninguna tierra, pero recibieron 4 ciudades con sus suburbios. El total de 12 tribus fue conservado (ya que Leví fue eliminado) dividiendo la tribu de José en dos partes, entre Efraín y Manasés. El desafío de Dios a Josué, “Queda aún mucha tierra por poseer” (Josué 13:1) fue muy apropiado. Los límites dados en Josué 13 no se cumplieron sino hasta los tiempos de Salomón, 500 años después.

LAS LECCIONES APRENDIDAS EN LA OSCURIDAD

El pueblo de Dios pasó por un tiempo difícil de transición después de la muerte de Josué hasta que Samuel llegó a ser su líder. Ese tiempo de transición fue de cambio, ajuste y nuevos arreglos. Duró aproximadamente 400 años.

Jueces, ciclos de desesperación

Lea Jueces 1-16; 21

El período de transición descrito en el libro de Jueces fue un tiempo de gran oscuridad espiritual en Israel. Pero aunque el libro de Jueces narra acontecimientos de ese tiempo oscuro de la historia de Israel, no deja de formar parte del canon bíblico. Los sucesos se mencionan en muchos otros pasajes de la Biblia. El nombre de Jueces se le dio debido a los héroes de Israel cuyos hechos componen el tema central del libro.

En general, Israel principia en humilde dependencia de Dios (Jueces 1:1-2:5) y luego cae en pecado. Los horrores descritos en los últimos cuatro capítulos muestran que la condición de Israel había alcanzado el peor estado imaginable.

Usted quizá pregunte: ¿Cómo pudo el pueblo de Dios caer tan bajo? Después de establecerse en Canaán, las tribus se dividieron. No había gobierno central ni ningún líder como Moisés y Josué. Ni los ancianos ni los sacerdotes pudieron mantener juntas las tribus en un sentido de unidad. También se enfrentaban a los problemas de resistir a los invasores y conservar la tranquilidad en la tierra.

La Palabra de Dios aparentemente da algunas otras razones simples y básicas las cuales explican por qué este fue un tiempo tan oscuro.

Esta descripción condensa el carácter de esta época en la historia de Israel.

Por todo el libro de Jueces se destaca el mismo patrón o ciclo repetido varias veces. Jueces 2:11-19 presenta un resumen general de este patrón. Cuatro períodos principales componían el ciclo.

  1. Pecado -Israel caía en pecado e idolatría.
  2. Castigo -Dios permitía que los conquistaran los enemigos.
  3. Arrepentimiento -Clamaban al Señor.
  4. Liberación -El Señor levantaba un juez para liberarlos.

Este ciclo expresa un bosquejo sencillo del trato de Dios con Israel en todo el libro de los Jueces. Se mencionan 14 jueces en el libro. Uno de ellos, Abimelec, no fue puesto por Dios. Sin embargo, las 3 administraciones representadas pueden ser agrupadas en siete ciclos de castigo.

Los capítulos 17 al 21 narran otros sucesos ocurridos durante este tiempo. Como ya hemos mencionado, muestran hasta qué profundidad de pecado había caído la nación. Pero también hay otra historia que aconteció durante este tiempo.

Rut, promesa de vida

Lea Rut 1-4

La bella y romántica historia presentada en el libro de Rut se relaciona con los sucesos ocurridos en la vida de una sencilla familia israelita que vivió durante el período de los jueces (Rut 1:1). El padre decidió abandonar la tierra prometida durante un período de hambre. Los resultados fueron desastrosos para su familia. Pero la historia de Rut muestra que la providencia de Dios acompañó a su pueblo a pesar de la falta de fe, como se ve en el libro de Jueces. El libro de Rut puede ser dividido en tres secciones principales.

  1. Noemí y Rut regresan a Belén (1:1-22).
  2. Rut conoce a Booz (2:1-3:18).
  3. Booz se casa con Rut (4:1-22).

Pero el libro de Rut es más que una bella historia. Es el ejemplo más claro de la “ley de levirato”. Cuando moría un hombre, su pariente más cercano podía hacer cualquier reclamo a su nombre, puesto que no podía hacerlo el difunto. A este hombre se le llamaba el pariente redentor o el pariente que repone o restaura. En la historia de Rut, eso fue exactamente lo que hizo Booz. Debido a que él era pariente de Rut, tenía la capacidad de reponer las propiedades que le pertenecían a Mahlón, casarse con ella y procrear un hijo para continuar la descendencia familiar (Rut 4:9-15). Por ello Booz es un tipo de Cristo, nuestro pariente redentor.

Rut, como gentil (no israelita), no estaba incluida en la esperanza. Pero por su decisión de adorar al Dios verdadero (Rut 1:16) formó parte de la línea de descendencia de Cristo el Mesías. Ella representa a todos los pecadores que por medio de la fe forman parte del pueblo de Dios.

LA LUZ DADA PARA EL FUTURO

Elí, un hombre juzgado por Dios

Lea 1 Samuel 1-4

Dos jueces más de Israel, Elí y Samuel, se incluyen en el libro de 1 Samuel. Elí llevó a cabo tanto el ministerio de sumo sacerdote como de juez. Fue un hombre de virtud personal. Mas no por ello pudo evitar que sus hijos abusaran de su posición como sacerdote para pecar. El comportamiento de sus hijos, Ofni y Finees, muestra la deplorable condición del sacerdocio de esos tiempos (1 Samuel 2:12-17). Esa condición alejó a la gente de la adoración a Dios, que era su único lazo de unidad nacional. Por medio de un profeta Dios advirtió a Elí sobre el juicio que sobrevendría a su casa (1 Samuel 2:27-36). Dios también le advirtió por medio del joven Samuel, que había crecido en el tabernáculo, la tienda de la presencia del Señor (1 Samuel 3:10-18).

Pero los hijos de Elí continuaron en sus hechos perversos y Dios llevó a cabo el juicio que había anunciado. Los filisteos atacaron a Israel en la batalla de Afec. El arca del pacto fue tomada, Ofni y Finees fueron muertos en la batalla, y Elí murió cuando recibió la noticia (1 Samuel 4:1-22).

La victoria de los filisteos acarreó más o menos 20 años de opresión para Israel (1 Samuel 7:2-5). Sin embargo, tal cautiverio de 20 años fue una de las épocas más importantes para el pueblo de Dios. El juicio de Dios se había cernido sobre el linaje sacerdotal de Elí. Pero Dios preparó a otro líder, a Samuel, quien después fue conocido por todo Israel como profeta del Señor (1 Samuel 3:19-21). La oscuridad de la época de opresión se convirtió en luz por la fidelidad de este hombre, el último juez de Israel.

Samuel, un hombre nacido para el futuro

Lea 1 Samuel 5-7

El nombre Samuel significa “pedido a Dios.” Nació como respuesta a las oraciones de Ana, mujer devota y estéril. Ella ofreció el niño al Señor para que fuera criado y educado por Elí en el tabernáculo. Dios le habló a Samuel con voz audible cuando todavía era niño, acerca de los juicios que sobrevendrían a la casa de Elí. Samuel llegó a ser uno de los personajes más nobles de la historia bíblica, comparable a Abraham, Moisés y David. Fue un gran hombre de oración y fe. Llegó a ser juez, reformador, estadista y escritor.

Durante la época de opresión por los filisteos, Samuel desafió a su pueblo a volver al Señor con todo el corazón. Citó a todo Israel para encontrarse con él en Mizpa. Allí la gente se arrepintió y se volvió a Dios. Cuando los filisteos atacaron, Dios ayudó a los israelitas a obtener una gran victoria.

Después de la victoria contra los filisteos en Mizpa, Samuel volvió a su casa en Ramá y construyó un altar (1 Samuel 7:17). Probablemente durante ese tiempo Samuel fundó escuelas para reclutar y capacitar a jóvenes en la adoración a Dios. En 1 Samuel 19:18 y 19 se menciona el lugar llamado Naiot de Ramá. La palabra Naiot da la idea de chozas donde vivían quizá los estudiantes. La frase de Ramá también nos hace pensar que probablemente Samuel cedió su propia casa con el propósito de enseñar. Es probable que haya enseñado escritura, ley y música, todo enfocado hacia la adoración verdadera a Dios. Sin duda los alentó a buscar una palabra profética de parte de Dios. En 1 Samuel 19:18-24 leemos una descripción de la poderosa manifestación de la presencia del Señor que se experimentó en la escuela de Ramá.

Probablemente en estas escuelas se comenzaron a escribir los primeros salmos. David, por ejemplo, se relacionó con la escuela de Ramá (1 Samuel 19). Después a estas escuelas se las llamó escuelas de los profetas, y durante el tiempo de Elías continuaban en Betel, Jericó y Gilgal (2 Reyes 2:1-5; 4:38-41).

Samuel envejeció e instaló como jueces a sus hijos. Sin embargo, ellos no siguieron su ejemplo y se corrompieron. En esa época Israel demandó un rey, lo cual desilusionó mucho a Samuel (1 Samuel 8:1-9).

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