Historia de Fe y Adoración

Después de tantos años de esclavitud, el pueblo de Dios necesitaba ser instruido. Este proceso tomó algún tiempo. La “escuela” de Dios para su pueblo estaba localizada en el desierto. El tiempo que ellos peregrinaran allí constituiría una de las más ricas experiencias religiosas y educativas. Se les iba a dar la ley, para que la aprendieran y la pusieran en práctica. Los corazones de la gente debían estar unidos con los de los líderes. Los israelitas debían comprender su misión. La vida del desierto era necesaria para producir una raza lo suficientemente fuerte y tenaz como para ser la espada de Dios contra los cananeos.

Al estudiar esta lección usted seguirá a los israelitas mientras viajan hacia la tierra prometida. Los verá progresar y ser demorados. Aprenderá acerca de los medios que Dios usó para imponer orden y unidad entre ellos. Descubrirá también las verdades espirituales descritas por los objetos y observancias que El escogió.

Su comprensión sobre la fe y la adoración será enriquecida a través del material de esta lección. También verá cómo el pueblo de Dios fue preparado a través de sus experiencias para poseer la tierra que El les había prometido.

El Pueblo de Dios se Prepara

Para Israel, su éxodo o salida de Egipto constituyó uno de los eventos más grandiosos en su experiencia. Los escritores del Antiguo Testamento se refieren a éste muchas veces. El siguiente mapa muestra la ruta que ellos tomaron, la cual está representada por una línea punteada. A medida que lee sobre su viaje, localice en el mapa cada lugar mencionado. (Lea Éxodo 15-19.)

Después que los israelitas salieron de Egipto, viajaron a Canaán por la ruta de la península del Sinaí por orden divina. (La península del Sinaí comprende el territorio entre el mar Rojo al oeste y el golfo de Aqaba al este.)

Después que Dios derrotó a los egipcios con su inmenso poder, se dedicaron a un tiempo de alabanza triunfante (Éxodo 15). Esto fue seguido por un camino de tres días al desierto de Shur. En Mara, el agua venenosa fue hecha potable por un milagro (Éxodo 15:25). Después los israelitas viajaron al sur, acampando en Elim.

En el desierto de Sin, Dios proveyó maná milagrosamente. La palabra maná, en el idioma hebreo, significa ¿Qué es esto?. Fue algo misterioso y bueno para comer, comida concentrada que sería su dieta diaria hasta que entraran en Canaán. Cuando los israelitas pidieron carne como la que habían comido en Egipto, se les dio carne de codorniz en abundancia.

En Refidim sucedieron tres cosas muy significativas: 1) Dios proveyó un torrente de agua cuando Moisés golpeó la roca con su vara; 2) Amalec fue derrotado por el ejército israelita, bajo Josué, mientras Moisés oraba; y 3) Moisés siguió el consejo de su suegro al nombrar ancianos para que lo ayudaran en la administración.

En menos de tres meses los israelitas arribaron al monte Sinaí (llamado también Horeb). Acamparían allí por casi un año. Aprenderían su destino y propósito bajo la dirección de Dios.

La ley de Dios y su propósito

El vivir un año acampando alrededor del monte Sinaí fue suficiente para que el pueblo se formara como una nación. Primero se les dio el decálogo (que significa las diez leyes o mandamientos). Luego les fueron dadas las leyes específicas para vivir santamente. Fue construido un lugar para que Dios viviera entre su pueblo y para que le adoraran. A este lugar se le llamó el tabernáculo o tienda de campaña de la presencia del Señor. Además, la orden sacerdotal fue organizada, las ofrendas puestas en orden, y principiaron las fiestas y estaciones. En resumen, Israel estaba siendo preparado para servir eficazmente a Dios.

Por siglos, los israelitas habían sabido que sus padres, Abraham, Isaac, y Jacob, habían gozado de un pacto con Dios. Ahora ese mismo Dios se estaba revelando a ellos. Su poder ya no era algo que otros habían sentido, sino una experiencia de sus propias vidas. ¡Presenciaron sus grandes milagros!

En el Monte Sinaí, Israel se preparó por tres días para que el pacto fuera establecido. Dios reveló a Moisés el decálogo, las otras leyes y las instrucciones de las fiestas sagradas. Dios habló al pueblo en medio de fuego y nubes. Aarón, dos de sus hijos y 70 ancianos dirigieron al pueblo en las ofrendas quemadas. Después que Moisés leyó el libro del pacto, el pueblo respondió aceptando las leyes. Entonces el pacto fue sellado con la sangre de los sacrificios. La condición del pacto era la obediencia. Los miembros de la nación podían renunciar a los derechos del pacto al desobedecerlo.

Las leyes que Dios dio pueden ser divididas en tres clases:

Ley moral —reglas sobre lo bueno y lo malo

Ley civil —reglas para la nación

Ley ceremonial —reglas de adoración

La ley moral era permanente. Pero muchas de las leyes civiles y ceremoniales fueron dadas sólo para un período limitado de tiempo. Por ejemplo, ciertas leyes concernientes a la matanza de animales fueron cambiadas cuando Israel entró en Canaán (compare Levítico 17 con Deuteronomio 12:20-24).

La Ley Moral

1. No adoren a otro dios sino a Mí.

2. No se hagan imágenes de cosa alguna.

3. No usen mi nombre para malos propósitos.

4. Guarden el día de reposo y santifíquenlo.

5. Respeten a su padre y a su madre.

6. No asesinen.

7 No adulteren.

8. No roben.

9. No acusen a nadie falsamente.

10. No deseen lo que pertenece a otra persona.

Las primeras dos leyes muestran la naturaleza especial del decálogo. Prohibían la adoración de ídolos o de otros dioses. En Egipto, de donde Israel había salido, adoraban muchos dioses. Canaán, hacia donde Israel se dirigía, también estaba lleno de idolatría. ¡El pueblo de Dios tenía que ser diferente! Debían expresar devoción solamente al Dios verdadero.

Sin embargo, después que le fueron dados estos mandamientos a Israel, la gente pecó. Mientras Moisés estaba en la montaña santa ellos se hicieron un ídolo de oro en forma de becerro y lo adoraron (Éxodo 32:1-10). Probablemente en Egipto los israelitas se unieron a los egipcios en sus adoraciones al dios Apis, quien era representado por la imagen de un toro. Ahora, en el Sinaí, los israelitas mismos hicieron y adoraron esa misma imagen. Este incidente muestra que no habían dejado la adoración de dioses como lo prohibía el decálogo. Sus acciones demostraron la gran necesidad de una separación total de las prácticas paganas como lo requería la ley.

La ley moral muestra cómo el hombre debe vivir para ser aceptado por Dios. Pero ningún hombre puede cumplirla absolutamente. Por tanto, muestra el estado pecaminoso del hombre. El propósito de la ley moral hoy, es el mismo que el de los israelitas. El Nuevo Testamento nos enseña que la ley nos muestra: a) la santidad de Dios, b) el estado pecaminoso del hombre, y c) la necesidad del hombre de la justicia de Dios (Romanos 3:19-31).

En tiempos del Antiguo Testamento, Dios requería del hombre que realizara sacrificios. Estos sacrificios cubrían temporalmente los pecados y faltas del hombre para que viviera de acuerdo con la ley. Pero la ley en sí misma no hacía provisión para los fracasos. Desde que fue provista, sólo un hombre ha podido cumplirla perfectamente, y ese hombre fue Jesucristo, el Hijo de Dios. Jesucristo no solamente cumplió la ley cabalmente sino que pagó la pena completa como si hubiera pecado. Esa pena fue la muerte. El murió para que nosotros viviéramos. El fue el sacrificio perfecto (Hebreos 9:13-15; 10:1-22; 1 Pedro 1:18-20).

Abraham constituye un ejemplo en el Antiguo Testamento de cómo Dios justificó al hombre. Dios aceptó a Abraham 13 años antes de que fuera circuncidado (Génesis 15:6) y 430 años antes de que la ley fuera agregada para mostrar lo que era el pecado (Gálatas 3: 15-18). Era imposible, por tanto, para Abraham haber sido aceptado por cumplir la ley. ¡ Es muy importante comprender este punto! Nos ayudará a no pensar que los creyentes de hoy deben cumplir las leyes del Antiguo Testamento para ser aceptados por Dios.

En Romanos 3:21 San Pablo escribió: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas.” Como Pablo explica adelante, Dios nos ha reconciliado con El por el sacrificio de Jesucristo y por la fe en El (Romanos 3:22-26). De esta manera podemos hacer un contraste entre 1) el monte Sinaí con su horror, rayos, y truenos (Éxodo 19) y 2) el monte Calvario donde es posible hacer un encuentro entre Dios y el pecador por la sangre de Jesucristo. El siguiente diagrama ilustra estos puntos.

El plan eterno de Dios, como hemos visto, consiste en declararnos Justos por nuestra fe y creer en El. Este es siempre el pacto básico de su reino. Nunca lograremos nuestra justificación por la ley. Pero la ley permanece con su propósito. Muestra la necesidad de un Salvador. También representa las normas divinas de vida. Jesús resumió el espíritu de la ley en Mateo 22:34-40. Dijo que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Ley Civil

Dios le dio a su pueblo leyes relacionadas con cada área de la vida diaria; estas leyes son conocidas como la ley civil.

Su pueblo no seguía los caminos pecaminosos de los egipcios y los cananeos. Fue necesario establecer leyes acerca de la maternidad y nacimiento de bebés, debido a la perversión sexual, prostitución, y sacrificios de niños, lo cual era común entre los cananeos. Fueron dadas también leyes que prohibían el casamiento entre hermanos, costumbre que era común en Egipto. ¡Mientas más sabe una persona acerca de las culturas de Egipto y Canaán, le es más fácil comprender las restricciones de las leyes!

Ley ceremonial

La ley ceremonial, o las reglas de adoración, incluye leyes relacionadas con el tabernáculo, el sacerdocio, las fiestas, las ofrendas, y la organización del campamento. Se describe en la siguiente sección.

La Organización de Dios y sus Propósitos

Cada país celebra algún día en el cual los ciudadanos reconocen la existencia nacional de la libertad. Desde el monte Sinaí, los israelitas celebraron su existencia como pueblo especial para el servicio de Dios. ¡Pero la emoción y el sentimiento no son suficientes! Dios organizó a su pueblo de tal manera que pudiera caminar bajo su compromiso. Esta organización descrita en la ley ceremonial toma cinco formas básicas, las cuales examinaremos. Para el creyente, cada una de ellas es como rica veta en una mina. Estas, singularmente o en conjunto, apuntan hacia el verdadero reino de Dios. Cada una nos da una ilustración (llamada figura o tipo) de Jesús, el escogido de Dios o el Mesías, o le revela en alguna forma. Estas formas se relacionan con las cinco áreas básicas de la vida espiritual de Israel. También ilustran verdades que se aplican de manera semejante a la vida de los creyentes de hoy.

Si usted fuera a escribir un estudio sobre cualquiera de estas aplicaciones, necesitaría todo un libro. Este curso puede darle únicamente los puntos principales de las verdades que se enseñan. ¡Probablemente el Espíritu Santo lo inspire a estudiarlos más detalladamente por su propia cuenta!

La tienda de campaña de la presencio del Señor

La tienda de campaña de la presencia del Señor, que también es llamada tabernáculo, se menciona en muchos capítulos de la Biblia. Por ejemplo, más de una tercera parte de los versículos de Hebreos se refieren al tabernáculo.

El tabernáculo fue construido para proveer un camino por el cual Dios establecería compañerismo con su pueblo. El quería vivir entre ellos (Éxodo 25:8). Dios dio especial habilidad a Bezaleel de la tribu de Judá, para trabajar y a Aholiab de la tribu de Dan.

El pueblo de Dios fue invitado a ejercitar su libre albedrío o hacer contribuciones voluntarias. Los hombres aportaron oro y plata. Cortaron árboles de acacia para llevarlos. Estos eran asombrosos árboles del desierto cuya raíz central se profundizaba hasta los riachuelos subterráneos. ¡Su madera era prácticamente indestructible. Las mujeres aportaron lo más fino de sus tejidos y telas. De acuerdo con Génesis 15:14 y Éxodo 12:35-36, los israelitas se habían llevado las riquezas de los egipcios. Así reunieron el precioso material que usaron para construir el tabernáculo. De esta manera se construyó una estructura portátil de belleza excepcional. Por cientos de años fungió como el lugar donde el pueblo de Dios se reunía y adoraba.

El tabernáculo estaba a la mitad de un patio cercado por 137 metros (450 pies) de finas cortinas de lino (A). Estas colgaban de pilares de bronce, espaciadas a 2,3 metros (7 1/2 pies). La única entrada estaba al lado este medía 9 metros (30 pies) de ancho (Éxodo 27:9-18; 38:9-20).

Cuando los israelitas entraban, ofrecían su ofrenda en el área abierta, en el altar del sacrificio (1). Este altar estaba cubierto de bronce y era portátil como el otro mobiliario (Éxodo 27:1-8; 38:1-7). También se encontraba allí una fuente de bronce donde el sacerdote se purificaba a sí mismo (2). (Éxodo 30:17-21; 38:8; 40:30). El altar, construido mayormente de bronce, significa juicio por el pecado. Las ofrendas que se ofrecían allí eran consumidas o probadas por fuego.

En la mitad oeste del atrio estaba el tabernáculo (B). Medía 13,7 metros (45 pies) de largo y 4,6 metros (15 pies) de ancho. Estaba dividido en dos partes: el lugar santo (C) y el lugar santísimo (D). El lugar santo media 9,1 por 4,6 metros (30 por 15 pies), y el lugar santísimo medía 4,6 por 4,6 metros (15 por 15 pies). Tenía solamente una entrada, que estaba abierta del lado este y daba al lugar santo. Solamente el sacerdote podía entrar. Del otro lado del velo estaba el lugar santísimo donde el sumo sacerdote podía entrar y sólo un día al año: en el día de la expiación.

Al extremo norte del lugar santo, estaba la mesa del pan (3). Al extremo sur estaba el candelero (4). Frente al velo que dividía el lugar santísimo del lugar santo fue puesto el altar del incienso (5). Todos estos utensilios estaban cubiertos de oro.

El lugar santísimo contenía los objetos más sagrados de la religión de Israel. Era llamada el arca del pacto (6). Fue hecha de madera de acacia y cubierta de oro puro por dentro y por fuera. Medía 1.1 metros (3 pies 9 pulgadas) de largo y tenía una profundidad y anchura de 84 centímetros (2 pies 9 pulgadas) de acuerdo con Éxodo 25:10-22 y 37:1-9. La cubierta del arca era llamada propiciatorio.

Las dos criaturas aladas de oro cubrían el centro del propiciatorio, lo cual representaba la presencia de Dios. A diferencia de las otras naciones que representaban a sus dioses con ídolos, ningún objeto fue usado para representar al Dios de Israel. Sin embargo, el propiciatorio era el lugar donde Dios y el hombre se reunían (Éxodo 30:6), y donde Dios hablaba al hombre (Éxodo 25:22, Números 7:89). Era el lugar donde, en el día de la expiación, el sumo sacerdote rociaba la sangre para expiar los pecados de la nación de Israel (Levítico 16:14).

Las tablas en las que fue escrito el decálogo fueron colocadas dentro del arca (Éxodo 25:21, 31:18; Deuteronomio 10:3-5). Más tarde se puso dentro del arca una vasija de maná y la vara de Aarón (Exodo 16:32-34; Números 17:1-11).

La construcción y el mobiliario del tabernáculo son tipos de Cristo y de su obra. Por ejemplo, cada una de las siete piezas del mobiliario (contando el propiciatorio como pieza separada), representa una verdad espiritual específica.

Estos son sólo algunos de los significados espirituales que estos objetos podrían representan.

El Sacerdocio

El propósito de Dios de que Israel fuera una nación santa, demandaba una adoración ordenada. Por tanto, Dios escogió a Aarón, hermano de Moisés, para que fungiera como sumo sacerdote. Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar, hijos de Aarón, debían ayudarle.

Antes de que este sacerdocio principiara oficialmente, la cabeza de cada casa (el patriarca) representaba su familia en la adoración a Dios. Solamente un sacerdote se menciona antes en la Escritura. Fue el misterioso Melquisedec, de Génesis 14:18. Desde la Pascua en Egipto, el primogénito de cada familia israelita le pertenecía a Dios (Éxodo 13:1-2). Pero debido a que el pueblo pecó haciendo un becerro de oro, Dios escogió a los levitas (varones miembros de la tribu de Leví) en sustitución de los primogénitos de cada familia (Números 3:5-13; 8:17).

Los sacerdotes ofrecían sacrificios y permitían a la gente hacer sacrificios por sus pecados (Éxodo 28:1-43; Levítico 16:1-34). Ayudaban a discernir la voluntad de Dios para el pueblo (Números 27:21; Deuteronomio 33:8). Tenían la responsabilidad de cuidar y supervisar el tabernáculo con la ayuda de los levitas. Como guardianes de la ley, eran los maestros de la nación.

Se requería que los sacerdotes observaran una vida santa (Levítico 21:1-22:10). Tenían ropa especial (Éxodo 28:40-43; 39:27-29) así como el sumo sacerdote (Éxodo 28:4-39). Los sacerdotes y el sumo sacerdote se consagraban por medio de una hermosa ceremonia (29:1-37; 40:12-15; Levítico 8:1-36). El estudio de todos estos detalles es muy interesante; hágalo cuando usted tenga oportunidad. Aquí, sin embargo, consideraremos cómo ellos se relacionan con nuestra vida cristiana.

Nosotros también fuimos llamados para servir a Dios. En 1 Pedro 2:5-9 dice que en alguna forma los creyentes de hoy son como los sacerdotes. Los creyentes también deben presentar sacrificios (espirituales) y vivir separados del mundo. Podemos aprender mucho del sacerdocio del Antiguo Testamento sobre lo que significa servir a Dios.

Las Ofrendas

La práctica de ofrecer ofrendas a Dios no principió en el monte Sinaí. Los sacrificios y las ofrendas para Dios ya eran parte del procedimiento regular. Los relatos concernientes a Caín, Abel y Noé así nos lo indican. Recordemos que Moisés le habló de estas ofrendas a Aarón (Éxodo 5:1-3, 18:12, y 24:5). Pero la ley sobre sacrificios dada en el monte Sinaí proveyó instrucciones especificas para tal adoración.

Había ofrendas de cinco clases. En cuatro de ellas, usaban sangre para rociar: 1) ofrenda por el pecado, 2) ofrenda expiatoria, 3) ofrenda de holocausto, y 4) ofrenda de paz. La quinta era ofrenda de harina, y no se derramaba sangre. Para las cuatro primeras ofrendas, se aceptaban animales limpios y domésticos, como ovejas, cabras o bueyes. A los israelitas que eran extremadamente pobres se les permitía sustituirlos por palomas.

El procedimiento general para ofrecer una ofrenda donde la sangre era rociada era el siguiente:

 

1. El israelita presentaba el animal en el altar.

2. Entonces ponía sus manos sobre el animal, testificando que era ofrecido en sustitución de él.

3. El animal era sacrificado.

4. La sangre era rociada, generalmente en la base del altar.

5. La ofrenda era quemada como una unidad o en pedazos, dependiendo de la clase de ofrenda que fuera.

Estas ofrendas y sacrificios estaban relacionados con las necesidades y conductas humanas.

Estudie cuidadosamente el siguiente diagrama. Note el orden en el cual Dios dio las ofrendas en Levítico, principiando con la ofrenda de paz (comunión), harina (servicio), y holocausto (consagración)—-todas eran voluntarias. En contraste, el orden en el cual el hombre vino a Dios principió con las de pecado y ofensa, ambas obligatorias o requeridas.

Cada ofrenda describe algo acerca del Redentor, Jesucristo. Las ofrendas voluntarias señalan su persona, carácter, y obediencia. Las ofrendas obligatorias señalan que su sacrificio era necesario por nuestros pecados. Cada una de las ofrendas describen también un aspecto de nuestra adoración a Dios. Por ejemplo, el aroma del holocausto agrada a Dios (Levítico 1:9). En forma similar, Dios se agrada cuando nosotros mismos nos ofrecemos a El completamente (Romanos 12:1).

Las Festas y los Tiempos

Dios, de alguna forma, recordaba constantemente a los israelitas que ellos eran su pueblo especial, llamado del pecado a la comunión con El. Las cinco ofrendas que acabamos de estudiar les recordaban constantemente que debían estar en una correcta relación con Dios. Las fiestas y los tiempos les recordaban que ordenaran su vida para estar bien con Dios. La fiel observancia de estas fiestas y tiempos formaban parte del compromiso del pacto del pueblo (Éxodo 20-24).

Se celebraban siete fiestas durante tres observancias anuales. Estas fiestas o festivales eran tan importantes que era requerida la presencia de todos los hombres israelitas (Éxodo 23:14-17).

Podemos hacer las siguientes observaciones:

1. La base de toda experiencia con Dios es el día de reposo (Levítico 23:1-3). Hebreos 4 nos enseña que los creyentes pueden experimentar el día de reposo, o descanso, creyendo en Dios.

2. Las siete fiestas se relacionan con las siete experiencias nuestras al caminar con el Espíritu Santo: ser salvo, limpio, apartado o consagrado, lleno del Espíritu, inspirado para hablar, adoptado, y consciente de la presencia de Dios.

La numeración y organización del campamento

El libro de Números nos muestra que Dios es el autor del orden. Sus bendiciones son para las personas que viven en unidad y orden. Dios les dio instrucciones a Moisés y a Aarón para que hicieran un censo. Las tribus fueron numeradas y organizadas (Números 1-2), fueron escogidos y los líderes, sacerdotes y levitas, dándoseles sus responsabilidades.

Las doce tribus guardaban el tabernáculo y fueron puestas alrededor del mismo. Los levitas (divididos en tres familias, de meraritas, gersonitas, y coatitas) acampaban casi junto al patio. Moisés, Aarón y la familia sacerdotal guardaban la entrada. Esta entrada era el único acceso al tabernáculo y a la presencia de Dios.

Quienes han estudiado esta descripción, creen que el campamento estaba distribuido en esta forma con una circunferencia de 19 kilómetros. ¡Qué vista debió de haber tenido! Había cerca de 3.000.000 personas en perfecto orden con la nube de día y la columna de fuego por la noche sobre el tabernáculo (Números 9:15-23).

El Pueblo de Dios Duda y Anda Errante

Después del año de preparación en el monte Sinaí, los israelitas marcharon por 11 días y llegaron a Cades-barnea en el desierto de Parán. Habían marchado como una unidad organizada. Pero la gente estaba a punto de rebelarse y reclamar (Números 11:1-35). El celo cundía en medio de los líderes, incluso en la familia de Moisés (Números 12:1-16). La duda y la desconfianza del pueblo produjeron serias consecuencias.

Demorados por falta de fe

Moisés envió a 12 espías a Canaán desde el desierto de Parán. Todos ellos informaron que la tierra era buena y que los habitantes eran fuertes. Diez declararon que sería imposible ocupar Canaán y alentaron a la gente a regresar a Egipto. Dos hombres, Josué y Caleb, confiaron en que la victoria podía ser para ellos. El pueblo no estaba dispuesto a creer que Dios les daría la tierra. Se agrupó la multitud e intentaron apedrear a sus líderes.

En castigo, Dios se propuso destruir a la gente. Pero Moisés intercedió otra vez como lo había hecho después que la gente había hecho el becerro de oro. Moisés obtuvo el perdón para la gente. Los diez espías incrédulos murieron en una plaga, y a toda la gente mayor de 20 años (excepto Josué y Caleb) se les dijo que no entrarían en Canaán. La gente se arrepintió, pero más tarde se rebeló haciendo el intento de entrar en Canaán contra las órdenes de Moisés. Fueron derrotados y echados por los amalecitas y cananeos (Números 14:1-45)

Aprendiendo mientras andaban errantes

El libro que llamamos Números, en hebreo se conoce como el desierto o viajes en el desierto. Después que fueron derrotados al tratar de entrar en Canaán, los israelitas vagaron por el desierto por 39 años (Deuteronomio 2:14) hasta que murió una generación entera (Números 15:1-20:13). El cumplimiento del propósito de Dios fue pospuesto por ellos, pero El continuó siendo fiel. Les dio alimentos cada día, los guió con la columna de fuego y por la nube, y aceptó sus sacrificios y adoración en el tabernáculo.

En Números 16:1-50 leemos que Coré, Datán y Abiram organizaron una gran rebelión contra Moisés. Como resultado, perecieron junto con su familia y otros 14.700 israelitas. En ese tiempo, Dios confirmó que había escogido a Aarón para servirle como sacerdote. El hizo que floreciera la vara de Aarón (Números 17).

Muchos otros eventos se describen en Números 15-21.

La experiencia de las serpientes venenosas (Números 21:6-9) le demostró al pueblo que necesitaba fe. Quien miraba a la serpiente de bronce que Moisés había puesto sobre un asta, vivía.

Podemos aprender muchas lecciones de otros eventos registrados en estos capítulos. Dios es bondadoso y perdonador. Continúa guiándonos aun cuando no hacemos su perfecta voluntad. Pero ¡cuán costosa es esa duda! Como los israelitas, nosotros podemos permitir que nuestro temor nos evite gozar completamente de los propósitos de Dios para nosotros. Podemos sentirnos tan pequeños como “langostas” al lado de nuestros problemas, como ellos se sintieron también (Números 13:33). Cuando compararnos nuestras dificultades con nuestra propia fuerza y olvidamos a Dios, nuestro viaje, como el de ellos, se torna en desesperación.

El Pueblo de Dios Recibe Instrucciones Finales

Después de 40 años de andar errantes, los israelitas acamparon en los llanos de Moab, al este del mar Muerto (también llamado mar Salado). Números 33:50-36:13 y todo el libro de Deuteronomio registran las instrucciones finales que recibieron ellos antes de entrar en Canaán.

Moisés dio su mensaje final al pueblo como un mes antes de que cruzara el Jordán. Probablemente les habló en alta voz, durante siete días. Su audiencia era una nueva generación de israelitas, todos menores de sesenta años. Su mensaje ocupa totalmente el libro de Deuteronomio, excepto el último capítulo, el cual fue escrito probablemente por Josué. Puede dividirse en tres partes:

1. Deuteronomio 1-4: Un vistazo a la revelación de Dios a Israel.

2. Deuteronomio 5-26: Una exhortación a permitir que el amor les motive a obedecer la ley de Dios.

3. Deuteronomio 27-33: Advertencias y profecías concernientes a su entrada en Canaán.

Las palabras de Moisés en Deuteronomio 6:5 parecen resumir el significado de lo que hemos aprendido. Declaran lo que hemos aprendido. Afirman cuál es la verdadera clave de nuestra relación con Dios: “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.” Según este pasaje el amor es la llave de la fe y la adoración al Dios verdadero. Amor significa compromiso. Envuelve un estilo de vida de exclusiva devoción. El amor demanda toda la fuerza del corazón y del alma. Es posible para nosotros amar así porque esta es la forma en que Dios nos ama (compare 1 Juan 4:19). Usted debe prestar atención especial a Deuteronomio 28:1-14. Esta es una declaración sobresaliente de lo que la nación de Israel podría ser si obedecía a Dios.

Jesús citó el libro de Deuteronomio frecuentemente. Los escritores del Nuevo Testamento se refieren al mismo con mayor frecuencia que a cualquier otro libro del Antiguo Testamento. Compare Mateo 4:1-11 y Lucas 4:1-13 con Deuteronomio 8:3; 6:13, 16; y 10:20. Note cómo Jesús usa las citas de este libro en su conflicto con el diablo.

Hemos estudiado la historia del desarrollo de la fe y la adoración entre el pueblo de Dios después que ellos fueron libertados de la esclavitud de Egipto. Moisés, el líder poderoso, se presenta al final del libro de Deuteronomio como un hombre grandioso de 120 años de edad. Deuteronomio 32 registra el himno que él cantó para Israel. Su desobediencia en Cades (Números 20:10) significa que él no podía entrar en Canaán.

Pero Dios lo llevó al monte Nebo y le mostró la tierra prometida. Moisés murió allí en la montaña y Dios sepultó a su siervo. El no solamente había guiado al pueblo de Dios por 40 años, sino que también se le acredita haber escrito una cuarta parte de toda la literatura conocida hoy como el Antiguo Testamento.

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