Juan 11
La muerte de lazaro
Lea Juan 11:1–16. Ya hemos aprendido que Jesús tenía poder sobre las enfermedades. Ahora veremos que Él también tiene poder sobre la muerte. Hoy día sabemos que los doctores están preparados para ayudar a los enfermos recetándoles medicina. Pero nadie ha aprendido cómo resucitar a una
persona. Jesús tiene este poder en Él mismo porque es Dios, el dador de la vida.
María, Marta y Lázaro vivían en Betania, como a tres kilómetros de Jerusalén. Cuando Lázaro se enfermó sus hermanas enviaron un mensaje a Jesús. Él no fue tan pronto como recibió el mensaje. No actuó de inmediato; no tanto porque no amara a Lázaro, sino porque iba a resucitar a Lázaro. El milagro de resucitar a Lázaro haría que la gente se persuadiera de la divinidad de Cristo.
Cuando Jesús dijo que iría a Betania, sus discípulos trataron de impedírselo. La vida de Jesús había estado en peligro muchas veces en Jerusalén, y los discípulos temían por su Maestro.
Una vez más Jesús se refirió a sí mismo como la Luz del mundo, diciendo que quienes le siguieran no tropezarían en las tinieblas.
Jesús, la resurreccion y la vida
Lea Juan 11:17–27. Cuando Jesús llegó a Betania, ya hacía cuatro días que Lázaro había sido sepultado. Marta corrió a encontrar al Señor y le dijo: “Si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (v. 21). También le dijo que Dios le concedería a Él todo lo que le pidiera.
Vemos cómo Jesús condujo a esta mujer hacia una confianza mayor en Él. Primero le dijo que su hermano resucitaría. Marta lo sabía, pero pensaba que ocurriría en la resurrección de los muertos en el día del juicio.
Jesús respondió: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (v. 25). Aquellos que creen en Jesús no morirán espiritualmente. Y aun si sus cuerpos mueren, volverán a vivir cuando llegue el tiempo de a resurrección. La muerte espiritual significa la separación
de Dios. No quiere decir que el espíritu de la persona cesa de existir.
Marta dijo que creía que Jesús era el Hijo de Dios. Después Jesús con Marta y otra persona fue a la tumba de Lázaro. En aquellos días los muertos eran sepultados en cuevas o en huecos en las laderas de las colinas rocosas. El cadáver se colocaba dentro de la cueva y la entrada se cubría con una gran roca.
Jesús llora
Lea Juan 11:28–37. Jesús es un amigo verdadero que se
interesa por nosotros cuando sufrimos problemas y penas.
Lloró con Marta, María y sus amigos, pero más tarde cambió
ese dolor en gozo. Podemos llevarle nuestras penas y
encontraremos consuelo.
¿Le interesa usted a Jesús?
¿Le interesa a Jesús cuando mi corazón se duele
Tan profundamente que no hay canto o gozo,
Cuando las cargas presionan y los cuidados angustian
Y el camino se hace largo y angustioso?
¿Le interesa a Jesús cuando he dicho “adiós”
Al ser más querido en esta tierra para mí,
Y mi triste corazón se duele, se quebranta,
Le importa a Él? ¿Ve lo que me pasa a mí?
Sí, Él se interesa, sé que le interesa,
Mi angustia conmueve su corazón,
Cuando los días son angustiosos,
Las largas noches sin reposo,
Yo sé que a mi Salvador sí le interesa.
–Frank E. Graeff
La resurrección de Lázaro
Lea Juan 11:38–44. Probablemente los que se habían reunido se preguntaban: ¿Qué irá a hacer Jesús? Primero Jesús oró y dio gracias a Dios porque escuchaba sus oraciones. Después dijo: “¡Lázaro, ven fuera!” (v. 43). El que había muerto escuchó la voz de Jesús y volvió de la muerte a la vida.
Este es un cuadro del tiempo cuando Jesús llamará a todos los muertos de sus tumbas. La resurrección ocurrirá en dos fases. Los salvos resucitarán primero. Más tarde los incrédulos volverán a la vida y serán juzgados por sus pecados. Juan 5:28– 29, registra la promesa de Jesús de la resurrección:
No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.
Pablo escribe en 1 Corintios 15:22–23: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.”
El complot para matar a jesús
Lea Juan 11:45–57. El milagro de la resurrección de Lázaro de entre los muertos fue informado a los líderes religiosos. Algunos de los líderes no creían que hubiera resurrección de muertos. Todos los líderes temían que surgieran dificultades con el gobierno romano y por ello acordaron dar muerte a Jesús. Caifás, el sumo sacerdote, dijo que convenía que muriera un solo hombre y no que toda la nación fuera destruida.
Cuando estudiamos el milagro de la resurrección de Lázaro, resulta difícil imaginar tal ceguera y dureza de corazón de parte de los líderes religiosos. Ellos escogieron defender el impacto político y no la maravillosa demostración del poder de Dios en medio de ellos. Al poner esto en perspectiva, han pasado siglos desde que un profeta ha realizado un milagro de esta magnitud.