Quién es Jesús 10: Jesucristo, el Señor

Siempre han existido personas en la sociedad que han tenido autoridad sobre otras personas. Los oficiales del gobierno, policías, capataces, directores, jefes y padres de familia todos esperan, y a veces demandan, obediencia. La sociedad en los días del nacimiento de Jesús era muy similar a la sociedad de hoy. Los romanos eran los líderes del mundo en ese entonces. Herodes se sentaba en su trono en Palestina, y los ejércitos romanos mantenían su posición segura.

Cuando la noticia del nacimiento de Jesús y los rumores del nacimiento del rey de los judíos llegó a oídos de Herodes, éste se enfureció. Él intentó matar a este rey infante, pero no lo logró. Jesús vivió para cumplir con su misión sobre la tierra. Él no desplegó amenaza alguna al orden político del día. Pero declaró que su destino era no solo morir, sino también reinar. Él dijo que toda autoridad en el cielo y la tierra le fue dada. Pero, ¿qué ha sucedido? El gobierno romano no fue derrotado por los cristianos. Jesús regresó al cielo, y hoy el mundo está lleno de dictadores, tiranos, y opresores. ¿Cómo, pues, puede Jesús ser Señor? ¿Qué clase de autoridad tiene? ¿Cuándo reinará sobre todo el universo? Estas son algunas de las preguntas que vamos a estudiar en esta lección.

La autoridad de Jesús como Señor

¿Cree usted en Jesús como su Señor que resucitó de los muertos? Esto es de suma importancia. Su vida espiritual depende de ello.

Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (Romanos 10:9)

Título de autoridad

¿Qué quería decir la gente cuando llamaban a Jesús Señor? Pablo se refiere específicamente a Jesús como Señor más de 90 veces. ¿Qué significa creer en el Señor Jesucristo para ser salvo? ¿Por qué dice Dios que toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor?

Kurios, la palabra griega que el Nuevo Testamento se traduce “Señor”, era un título de autoridad. La gente la usaba en señal de respeto. Podía ser simplemente un acto de cortesía al dirigirse a alguien, así como en castellano se usa el don o el caballero. El hombre que era la cabeza de familia era el señor de su casa. Los esclavos llamaban señor a su amo. Los súbditos reconocían a su gobernante como señor.

También Kurios era un título que se empleaba en la adoración de los dioses en muchas religiones, así como a Jehová, el Dios verdadero. En este sentido, la Biblia usa el título de Señor tanto para Dios el Padre como para su Hijo Jesucristo. El hecho de llamar a Jesús Señor es un reconocimiento de su deidad, su unión con su Padre, su autoridad suprema sobre el universo, y su derecho a gobernar nuestras vidas.

Cuando Jesús es nuestro Señor, nos dirigimos a Él en demanda de órdenes y recibimos sus instrucciones. Le llevamos todo a Él en oración. Su Palabra es nuestro manual para la vida diaria. No tenemos que preocuparnos por nada. Nuestro Señor es todopoderoso. Sabe todas las cosas, y nos ama. Todo lo que hemos de hacer es confiar en Él y obedecer.

Prueba de autoridad

Por medio de sus enseñanzas, Jesús demostró que tenía autoridad. Dejó maravillada a la gente por la gran seguridad con que reveló verdades tocantes a Dios y al hombre. Se llamó a sí mismo el camino, la verdad, y la vida.

Jesús demostró la autoridad que tenía sobre la naturaleza. Caminó sobre las aguas turbulentas. Sus palabras: “Calla, enmudece”, calmaron la tempestad. Cambió el agua en vino. Alimentó a 5.000 hombres, “sin contar las mujeres y los niños” (Mateo 14:21), con cinco panes y dos pececillos.

Jesús demostró tener autoridad sobre las enfermedades y la muerte. Al tocarlos, los sordos oyeron, los ciegos vieron, los paralíticos caminaron. A los muertos volvió a la vida. Él murió, y resucitó.

Jesús demostró su autoridad moral. Vivió una vida de pureza. Estableció el mejor código de ética jamás conocido. Transformó vidas arruinadas en hermosas, puras y útiles. Fue un líder perfecto.

Jesús demostró su autoridad espiritual. Perdonó pecados. Echó fuera espíritus demoníacos. Hizo las obras de su Padre y reveló a Dios al hombre. Volvió al cielo y envió al Espíritu Santo a su iglesia.

Jesús demostró su autoridad sobre la iglesia. Como Señor, envió a sus seguidores a evangelizar el mundo, y les confirió poderes sobrenaturales para poder actuar. En la medida en que obedecemos sus órdenes, Él nos respalda con toda la autoridad del cielo.

Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. (Juan 13:13)

Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. (Mateo 28:18–20)

Jesús reconocido como Señor

Hoy en día aquí en la tierra la iglesia reconoce a Jesús como Señor. En el cielo, Él está sobre todos los poderes espirituales. Y llegará el día cuando todo el mundo lo reconozca como su legítimo Soberano y Señor.

Resucitándole [Dios] de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. (Efesios 1:20–22)

Cabeza de la iglesia

Todos los que aceptan a Jesús como su Salvador y Señor, son miembros de su iglesia. La Biblia dice que Jesús es nuestra Cabeza, y la iglesia su cuerpo. Hemos estudiado algo sobre los privilegios de la unión con Cristo. Sólo podemos gozar de ellos ampliamente en la medida en que le damos a Jesús el primer lugar en nuestra vida. La cabeza debe dirigir al cuerpo; no el cuerpo a la cabeza. Cada miembro tiene su propia ubicación y
función en el cuerpo. Todos nosotros debemos trabajar juntos para bien del cuerpo y para cumplir los propósitos de Cristo nuestra Cabeza.

Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. (Colosenses 1:17–18)

Nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada…úsese conforme a la medida de la fe. (Romanos 12:5–6)

El ser parte del cuerpo de Cristo significa obediencia a Él en todo. Seguimos el plan de Dios para la iglesia, no las ideas de la sociedad. Así mismo seguimos su plan en nuestro hogar, nuestro lugar de empleo, y dondequiera que vayamos. Esto demuestra a los que están a nuestro alrededor que Cristo es Señor. Un día compareceremos ante Él. No seremos juzgados por nuestros pecados, porque ellos han sido ya perdonados. Pero Él examinará nuestras vidas y la manera en que hemos vivido.

Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. (2 Corintios 5:10)

La Biblia utiliza la palabra bema para el tribunal de Cristo. Esta palabra se utilizaba para describir el tribunal de un líder romano. En una ciudad romana, la opinión de la gente carecía de importancia si las acciones de una persona fueron aprobadas en el tribunal bema. De la misma manera, un creyente vive en este mundo para servir a su Señor Jesucristo. La opinión de la gente no tiene importancia. ¿Qué dirá Jesús? Esa es la pregunta importante.

La Biblia proporciona ejemplos de personas que se enfrentaron con normas y costumbres contrarias a lo recto. La toma de decisiones puede resultar difícil, e incluso mortal. Debemos estar seguros de que comprendemos donde los mandamientos de Cristo pueden estar en conflicto con las demandas de la sociedad, si realmente ese es el caso. Jesús dijo cómo debían ser sus seguidores:

He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. (Mateo 10:16)

Recuerde que usted es ciudadano de su reino, y parte de su cuerpo. Si usted le obedece como Señor ahora, su vida le será agradable a Él. ¡Su visto bueno será tan maravilloso! Qué pena sería, sin embargo, si sufrimos vanamente.

Rey de reyes y Señor de señores

Hemos visto que Jesús es Señor hoy sobre la iglesia y sobre la vida de los creyentes. Pero para completar la descripción de quién es Jesús, echémosle una mirada al futuro y veámoslo en toda su gloria, reinando sobre todo el universo.

He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. (Apocalipsis 1:7–8)

Jesús es el primero, el principio y el origen de la realidad. Jesús es el último, el que realizará el cumplimiento del eterno propósito de Dios. Él reconciliará todas las cosas en su justa relación. Él vencerá sobre todo mal, y reinará para siempre como Rey de reyes y Señor de señores.

La Biblia dice que antes de que Jesús regrese la tierra estará llena de guerras, epidemias, terremotos, hambre, aguas contaminadas, muerte de peces, destrucción de la vegetación, opresión política. Las palabras de la Biblia son la verdad. Hoy podemos ver que muchas de estas cosas están sucediendo en varios lugares. Pero un día, habrá un gran cambio.

Jesucristo vendrá al mundo para tomar posesión de él. Él tiene un derecho doble de reinar: Él creó el mundo, y ha redimido al mundo con su sangre. En el último libro de la Biblia, en el Apocalipsis, vemos un trono en el cielo. En el centro de este trono está un cordero. Ese cordero es Cristo Jesús, el que dio su vida para rescatarnos. ¡Él reinará!

Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. (Apocalipsis 21:3–5)

En un curso reducido como éste, no es posible realizar el estudio de todos los títulos de Jesús, o leer todo lo relativo a su reino maravilloso. Sin embargo, esperamos que usted conozca ahora a Jesús mejor que antes, y que lo ame más. Nuestra oración es que pueda conocerlo mejor cada día, mientras aguarda su regreso. Entonces algún día, cuando Él venga, lo verá cara a cara, lo conocerá tal como Él es, y podrá unirse al cántico universal de alabanza al Cordero.

Juan describe la visión que Dios le dio de aquellos que cantaban al Cordero.

Cantaban un nuevo cántico diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz:

El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 5:9–13)