Quién es Jesús 9: Jesús, la resurrección y la vida

La muerte nos espera al final de cada vida humana, nos espera firme, inevitable y definitiva. Todo ser humano la enfrentará algún día, ricos y pobres. Para la mayor parte de la humanidad, la idea de la muerte causa terror. Pero para los creyentes en Cristo Jesús, hay una gran diferencia. No necesitamos temer la muerte. ¿Por qué? Porque hemos depositado nuestra confianza en Jesús, la Resurrección y la vida.

Jesús no quedó en la cruz donde murió, ni en la tumba donde fue sepultado. ¡Él resucitó de los muertos! Él vive hoy en el poder de una vida eterna, y comparte esa vida con todo aquel que se une con Él por medio de la fe.

Las religiones del mundo intentan ofrecer ayuda a la gente a tratar con su mortalidad, pero no logran hacerlo. Todos los fundadores de todas las religiones yacen muertos hoy. ¡Qué diferente es el cristianismo! Aun enfrentando el gran hecho de la muerte, el cristianismo anuncia un hecho mayor: que Cristo resucitó de los muertos, y porque Él vive, nosotros también viviremos.

¿Qué sucedió cuando Jesús resucitó? ¿Cómo sabemos que realmente sucedió? ¿Qué nos enseña su resurrección en cuanto a quién es Él? ¿Qué significado tiene su resurrección para nuestras vidas ahora y en el futuro? Estas son algunas de las preguntas que veremos en esta lección.

Jesús gana la victoria sobre la muerte

La evidencia que tenemos de que Jesús es victorioso sobre
la muerte viene tanto de su ministerio en la tierra como de su
propia resurrección.

Milagros de resurrección

Jairo, un principal de la sinagoga, fue a pedirle a Jesús que sanara a su hijita. Cuando él regresó con Jesús, la chica ya había muerto.

Y lloraban todos y hacían lamentación por ella…Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate. Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó. (Lucas 8:52, 54–55)

Un cortejo fúnebre estaba acompañando al cementerio los restos del hijo de la viuda de Naín, cuando en eso se encontraron con Jesús. Él detuvo el cortejo.

Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. (Lucas 7:14–15)

Lázaro y sus hermanas Marta y María eran buenos amigos de Jesús. Lázaro murió y fue sepultado. Cuatro días después llegó Jesús.

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. (Juan 11:43–44)

Prueba de su resurrección

Los milagros de resurrección que Jesús realizó en su ministerio demuestran su poder sobre la muerte. Pero las personas que resucitaron volvieron a morir más adelante, pues todavía eran mortales. Pero su propia resurrección fue diferente. Cuando Jesús resucitó de la muerte, la muerte fue vencida.
Jesús resucitó de los muertos con un cuerpo inmortal, el cual nunca más moriría.

¿Cómo sabemos que Jesús resucitó de los muertos? Debemos estar muy seguros del hecho. Si no hubiera resucitado, nuestra fe sería en vano, y todos los que han muerto creyendo en Él serían necios. ¡Pero Jesús resucitó! No hemos sido engañados. A continuación veremos diez de las muchas pruebas que hay:

1. Informe de los soldados. Había soldados de guardia ante la tumba sellada, en prevención de que alguien pudiese hurtar el cuerpo de Jesús para decir luego que Él estaba nuevamente vivo. En la mañana del tercer día los soldados vieron a un ángel abrir la tumba. La tierra tembló. Aterrorizados, se encontraron con que ¡la tumba estaba vacía! ¡El cuerpo de Jesús había desaparecido! Con toda premura fueron a informar de lo acontecido.

2. La tumba vacía y los lienzos puestos a un lado. Poco después, unas mujeres llegaron a la tumba. El cuerpo de Jesús no estaba allí. Dos ángeles les dijeron a las mujeres que Jesús estaba vivo. Pedro y Juan corrieron a la tumba y la hallaron vacía. El cuerpo de Jesús había desaparecido, pero estaban allí los lienzos, como un vendaje, con los cuales el cuerpo había sido envuelto.

3. El mensaje de los ángeles. En la tumba los ángeles les dijeron a las mujeres: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5–6).

4. Apariciones de Jesús. En diferentes ocasiones Jesús se apareció a:
• Un grupo de mujeres
• María Magdalena
• Pedro
• Dos discípulos en el camino a Emaús
• Diez discípulos en Jerusalén
• Once discípulos en Jerusalén
• Siete discípulos junto al mar de Galilea
• 500 creyentes juntos
• Santiago, el medio hermano de Jesús
• Los discípulos presentes en la ascensión, cerca de Betania

En Hechos 1:3, leemos:

Después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

Jesús apareció a tres personas después de haber vuelto al cielo. Lo vieron allí:

1. Esteban, el primer mártir cristiano

2. Saulo (Pablo) en el camino a Damasco

3. Juan, en el Apocalipsis

5. Naturaleza del cuerpo de Jesús. Dos cosas quedaron demostradas por la índole del cuerpo que tenía Jesús: 1) Lo que los creyentes vieron no fue una alucinación ni un espíritu. Jesús comió con ellos. Ellos lo tocaron. Tenía un cuerpo real de carne y huesos. 2) No era simplemente como uno que vuelve de la muerte con el mismo cuerpo mortal, o que sale de un estado de coma. Tenía un cuerpo glorificado, resucitado, que no estaba más sujeto a las limitaciones físicas, al dolor, a la muerte. Él pudo pasar a través de puertas cerradas. Aparecía y desaparecía a voluntad. Fue al cielo en forma visible. Con la resurrección, su cuerpo había recibido nuevos poderes.

6. Bautismo del Espíritu Santo. Lo que sucedió en Pentecostés fue el cumplimiento directo de una promesa hecha por el Cristo resucitado. La continua presencia de su Espíritu es prueba de que Jesús está vivo.

7. Testimonios de creyentes. Los seguidores de Jesús dieron testimonio constante del hecho de que Él había resucitado de los muertos. Conminados a negar este hecho o de ser ejecutados, elegían la muerte. Jamás hubieran muerto en defensa de una mentira.

8. Conversión de Saulo. Saulo, un destacado joven doctor de la ley judía, estaba empeñado en la erradicación del cristianismo. En el camino a Damasco, ciudad a la que se dirigía para aprisionar a los seguidores de Cristo, él mismo fue aprisionado por el Señor Jesús. Apareció en el cielo una luz más brillante que el sol. Desde la luz Jesús llamó a Saulo por su nombre, y habló con él. Saulo le entregó su vida, y llegó a ser el gran apóstol Pablo.

9. El cristianismo. La religión cristiana está basada en el hecho de la resurrección. “El cristianismo está fundado en una tumba vacía.”

10. Comunicación con Jesús. El encuentro con Jesús ha cambiado nuestras vidas. Hablamos diariamente con Él, y Él nos contesta. Como dice el himno:

Al Cristo vivo sirvo,
Y en el mundo está…
Yo sé que Él viviendo está,
Vive en mi corazón.
(A. H. Ackley)

Jesús garantiza nuestra resurrección

Jesús murió en la cruz, no obstante lo cual, allí venció a la muerte. Él tornó la cruz, símbolo de vergüenza e ignominia, en un símbolo de redención, poder y victoria. El cuerpo de Jesús fue colocado en una tumba, pero la tumba no lo pudo retener. Derrotó a la muerte, y se levantó nuevamente para compartir esa victoria con todos sus seguidores. Pablo escribió sobre lo que es conocer a Jesús en el poder de su resurrección. ¿En qué consiste este poder?

1. Prueba de la identidad de Jesús. Porque se levantó de entre los muertos, sabemos que Él es lo que dijo que era: el Hijo de Dios y el Salvador del mundo.

2. Seguridad de la salvación. Puesto que Jesús resucitó, sabemos que Dios ha aceptado su sacrificio en nuestro favor. Todo aquel que cree en Él tiene el perdón de sus pecados.

3. Nueva vida en unión con Jesucristo. Nuestro Señor resucitado ha pasado a ser Cabeza de la iglesia. Nosotros somos su cuerpo. Él está con nosotros siempre. Su vida está en nosotros. Su poder obra por medio nuestro.

Dios…nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos. (1 Pedro 1:3)

4. Victoria en Jesús. La resurrección de Jesús es prueba de que Él ha derrotado a Satanás, al pecado, y a la muerte. Viviendo con Él, usted no tiene que andar en temores o pasar por el tormento de la culpa y la tentación. Jesús cambia su derrota en victoria.

5. Confianza. El creyente puede enfrentar la muerte con toda confianza. La resurrección de Jesús es nuestra garantía de una mejor vida más allá de la tumba. Él dijo: “Porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14:19).

6. Resurrección. Conocer a Jesús en el poder de su resurrección, incluye el ser resucitado como Él lo fue, con un cuerpo semejante al suyo.

Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. (1 Corintios 15:20)

Su promesa

Momentos antes de resucitar a Lázaro, Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Juan 11:25–26).

Cuando Jesús exclamó ante la tumba abierta: “¡Lázaro, ven fuera!”, Lázaro salió vivo y por sus propios medios. Algún día Jesús volverá, y a su llamado los cuerpos que desde hace mucho tiempo son ya polvo y ceniza, resucitarán a nueva vida, así como las plantas brotan de las semillas. Tendremos maravillosos cuerpos nuevos como el cuerpo inmortal y glorificado de Jesús.

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida…Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; …No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. (Juan 5:24, 26, 28–29)

El cementerio local tiene un mensaje para nosotros. Para algunos es un mensaje de desesperanza. Las tumbas nos recuerdan que todos tenemos que morir. Nada trajimos a este mundo cuando vinimos, y sin llevarnos nada lo abandonaremos. Pero eso no es todo. ¡Recuerde que la tumba de Jesús está vacía! Y que su resurrección es la garantía de la resurrección de usted, si Él es su Salvador. Su cuerpo morirá, pero su espíritu jamás morirá. Aunque su cuerpo se transforme nuevamente en polvo, Jesús lo volverá a la vida. Él es la Resurrección y la Vida.

El cumplimiento

Antes de que Jesús volviera al cielo, prometió regresar para llevar consigo a sus seguidores.

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:3)

Cuarenta días después de la resurrección de Jesús, sus seguidores lo vieron ascender al cielo. Luego dos ángeles les dieron un mensaje:

Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. (Hechos 1:11)

Dios le reveló a Pablo muchos detalles acerca de la resurrección que se producirá cuando vuelva Jesús. También Juan escribió sobre esto.

Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo…Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo
animal, y hay cuerpo espiritual…Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. (1 Corintios 15:37–38, 42–44, 49)

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria… Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. (1 Corintios 15:51–54, 57)

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la
humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. (Filipenses 3:20–21)

Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. (1 Juan 3:2–3)

Porque el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. (1 Tesalonicenses 4:16–17)

 

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