Historia del Pueblo Escogido

Hemos considerado el origen del mundo y la historia antigua de la humanidad. Ahora nuestro estudio se concentra en un solo hombre y en el nacimiento de una nación a través de los cuales Dios cumpliría sus propósitos para la humanidad. Este hombre fue Abraham. De los doce hijos de su nieto, Jacob, surgió la nación de Israel.

Dios escogió a los israelitas para que fueran su pueblo, porque quería un pueblo a través del cual se cumplieran sus propósitos en el mundo. Su escogimiento debería producir tres beneficios importantes. Primero, la adoración a El, el Dios verdadero, sería preservada a pesar del aumento de la oscuridad que se cernía sobre el mundo. Segundo, su palabra escrita, las Santas Escrituras, sería conservada, y trasmitida a las generaciones futuras. Y tercero, el linaje de los antepasados del Redentor, nuestro Señor Jesucristo, debía continuar. ¡El pueblo de Dios que debería hacer posible estos beneficios fue llamado para cumplir una gran responsabilidad!

Esta lección le ayudará a comprender cómo Dios mostró su omnipotencia al escoger, preservar y liberar a su pueblo. ¡Qué milagros tan maravillosos hizo en favor de ellos. Usted obtendrá una nueva comprensión de los planes de Dios al estudiar estos eventos.

SE DA UNA ESPERANZA

La oscuridad de los tiempos

Lea Génesis 11:1-9

El juicio del diluvio no detuvo la rebelión contra Dios. La gente hablaba una sola lengua y trazaron un plan malo y absurdo. Construyeron una ciudad con una torre, la cual es llamada la torre de Babel o Babilonia. Esta torre aparentemente fue un esfuerzo para exaltarse a ellos mismos por sobre el poder de Dios, exactamente como Satanás lo quiso hacer (Lucas 10:18, Isaías 14:12-14). Pero Dios los castigó. Confundió su idioma común y los esparció por sobre toda la tierra, cada grupo con diferente lengua. De esta manera, la unidad para la rebelión fue neutralizada. La condición de la humanidad descrita en Génesis 11 es un buen ejemplo de la perspectiva dado en Romanos l.

Por tanto, la condición corrupta de la gente descrita en Génesis 11, así como la condición corrupta descrita en Génesis 6, fue el resultado de l elección humana de rechazar la verdad de Dios. Se ha de recordar que todas las personas mencionadas en Génesis 11 eran descendientes directos de Noé. Ellos tenían el conocimiento de Dios.

El gran historiador Arnold Toynbee estudió 21 civilizaciones distintas en 6.000 años de historia. Comenzó con la civilizaciones de Sumer y Acad, las cuales se formaron después del juicio de Dios, Las cuales se formaron poco después de que Dios juzgó la civilización descrita en Génesis 11. Terminando con la reciente civilización de nuestro mundo hoy. Descubrió que cada una ha seguido el mismo patrón de decadencia. La semilla de rebelión que a la postre conduce a autodestrucción está en toda la gente.

La fidelidad de Dios

Lea Génesis 12:1-3

El período cubierto por Génesis 12-50 es conocido como la era de los patriarcas, porque trata sobre las vidas de los hombres conocidos como los patriarcas, padres físicos y espirituales, del pueblo de Dios. Los patriarcas fueron Abram (más tarde llamado Abraham) y sus descendientes Isaac, Jacob, y José. Génesis 1250 narra acerca de su comunión con Dios.

¡Muchas verdades maravillosas se pueden aprender de sus vidas! Ellos experimentaron luchas cotidianas, exactamente como lo hacemos nosotros hoy. Aun así, respondieron a la revelación y dirección de Dios. ¡El estudio de sus vidas nos alienta! Aunque experimentaron debilidades y errores humanos, fueron sensibles al amor de Dios. Creyeron en las promesas de Dios. Le obedecieron, experimentaron personalmente su presencia y les fue dada una gran esperanza para el futuro.

El mundo de Abram

Abram (más tarde llamado Abraham) pertenecía a la familia de Taré, que vivía en la ciudad de Ur en Babilonia. Ur estaba localizada en el área llamada media luna fértil, que ya estudiamos en la lección 2. Después del diluvio, esta área llegó a ser gobernada por los sumerios, un pueblo no semita. Pero los acadios, un pueblo semita, la conquistó. La cultura de la cual Abram salió probablemente existió en esta área del mundo por cerca de 1.000 años.

Ur era una ciudad con negocios, industria, cortes judiciales y actividades religiosas. Tenía una extensión de más de 60 hectáreas. Probablemente vivían allí cerca de 24,000 personas. Su adoración idólatra se centraba en una enorme torre de 21 metros de alto.

Abraham fue descendiente de Noé por la línea de Sem, como lo hemos estudiado (Génesis 11:10-26). Mas el padre de Abraham, Taré, y todo su pueblo estaban muy lejos de cualquier conocimiento del Dios verdadero. Taré y su familia adoraban ídolos (Josué 24:2-3).

El llamado y la promesa de Dios

Aunque los tiempos eran oscuros y el hombre adoraba ídolos ¡Dios fue fiel! El continuó relacionándose con la humanidad.

Debió de haber algún testimonio de la verdad en el corazón de Abram. Tal vez el mensaje de la creación, el primer testigo de Dios (Salmo 19), lo movió a buscar a Dios. Sólo sabemos que el llamado de Dios le ocurrió a Abram, aun antes de que su familia emigrara de Ur a Harán (Hechos 7:2).

Pero Dios había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostrare. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición. . . y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3).

La experiencia de Abram desde el principio hasta el fin se caracterizó por la fe.

Los acontecimientos que siguieron muestran la importancia de la fe de un hombre. Primero, una familia, luego una tribu, después una nación, y finalmente el mundo entero fue bendecido por la fe de Abram al seguir a Dios.

LA RESPUESTA DE UN HOMBRE

El viaje de Abram

Lea Génesis 12:4-9

Abram respondió al llamado de Dios para dejar la seguridad y prosperidad de Ur, su ciudad natal. Hebreos 11:8 dice que él salió “sin saber a dónde iba”. Pero Dios le había prometido un mejor lugar y pacientemente lo buscó y esperó. El esperaba encontrar una ciudad diseñada y construida por Dios, la ciudad de fundamentos permanentes (Hebreos 11:10).

Abram primero se desplazó a 968 kilómetros (600 millas) al norte, a lo largo de un brazo del río Eufrates, a Harán, ciudad muy similar a Ur. Aparentemente vaciló en su resolución de hacer la voluntad de Dios, porque esperó hasta la muerte de Taré antes de obedecer completamente al Señor. Entonces dejó Harán y viajó 645 kilómetros (400 millas) al oeste y al sur hasta Canaán, al lugar llamado Siquem.

Según Génesis 12:7, Abram edificó un altar en dos oportunidades. Su actitud era, primeramente, una respuesta que expresaba su adoración al Dios verdadero del cielo. Fue también un testigo para las comunidades idólatras en que vivió. Disfrutó de una vida tan íntima con Dios que recibió un nombre poco común.

Las pruebas de Abram

Las primeras cinco pruebas

Lea Génesis 12:1-16:16

Estudiaremos ahora el viaje espiritual de Abram. Es más importante para nosotros comprender este viaje que saber los lugares a donde Abram llegó en sus viajes geográficos.En Nehemías 9:7-8 en una nota profética se explica el viaje espiritual de Abram:

Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham; y hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste acto con él. . . y cumpliste tu palabra, porque eres justo.

Si usamos esta nota profética como bosquejo de la experiencia de Abram, notaremos que describe cuatro eventos principales: 1) Dios escogió a Abram; 2) Dios cambió el nombre de Abram por Abraham; 3) Dios vio que Abraham le era fiel; y 4) Dios hizo un pacto con Abraham y cumplió su promesa. Estos cuatro eventos principales corresponden a diferentes capítulos de Génesis.

El llamamiento de Abram se encuentra en Génesis 12. En Génesis 15:7-21 se describe el pacto de Dios con Abram. Los capítulos de Génesis 12-16 narran los momentos importantes en las relaciones entre Abram y Dios. Revelan cinco pruebas específicas en las cuales Dios vio que Abram le era fiel. La palabra encontrar en el idioma original de la Biblia significa conocer algo a fondo. La fidelidad de Abram fue sacada a luz, y todos sus aspectos fueron puestos en claro. Génesis 17 describe el cambio de nombre de Abram a Abraham, y la confirmación del pacto de Dios.

Estudiaremos las pruebas de Abram en Génesis 12-16 más detalladamente, porque éstas se relacionan con las pruebas que nosotros experimentamos en nuestra vida. Estudie cuidadosamente el siguiente cuadro. Lea las citas bíblicas. El cuadro muestra las cinco pruebas que experimentó Abram antes de que el pacto fuera confirmado.

Tome en cuenta que las últimas pruebas comprenden dilación de tiempo. Habían pasado 24 años desde que Abram se había establecido en Canaán. Abram y Sarai no tenían esperanza de procrear un hijo por medio humano. Abram había considerado la posibilidad de señalar a Eliezer, su sirviente de Damasco, como su heredero (Génesis 15:2~). La sugerencia de Abram muestra probablemente que ésta era una costumbre de aquel tiempo.

Pero Dios rechazó la idea de Abram. El les había prometido un hijo a Abram y a Sarai. El había dicho que a través de este hijo, los descendientes de Abram vendrían a ser tan numerosos como las estrellas del cielo. Abram creyó a Dios (Génesis 15:6), y esta fue la base para que Dios lo aceptara. Romanos 4:3 dice que tal fe es la base de toda justicia para con Dios.

Otros eventos: lea Génesis 17:1-21:34, 23:1-20

La debilidad humana de Abram se mostró otra vez cuando él y Sarai planearon que Agar, la sierva de Sarai, concibiera un hijo de Abram. Agar dio a luz un hijo a Abram a quien le llamaron Ismael. Pero a pesar del error de Abram, Dios le apareció otra vez. Amplió y confirmó el pacto que había hecho. El nombre de Abram fue cambiado por Abraham, el de Sarai por Sara, y Dios prometió bendecir a todos los descendientes de Abraham, incluyendo a Ismael (Génesis 17:1-18:15). El acto de la circuncisión fue instituido como una señal o sello del pacto. Al recibir y realizar la circuncisión, Abraham mostraba su conformidad con el pacto, admitiendo en su vida el señorío de Dios.

La destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 18-19), el incidente con Abimelec (Génesis 20), el nacimiento de Isaac, el hijo de la promesa (Génesis 21), y la muerte de Sara (Génesis 23) fueron los eventos que ocurrieron durante ese tiempo.

La última prueba; lea Génesis 22:1-19

Había todavía una prueba más para Abraham en su relación con Dios. Esta era culminante y decisiva. Abraham tuvo que ir más allá de su capacidad de razonamiento humano al decirle a Isaac que Dios iba a proveer un cordero. El consentimiento de Abraham de sacrificar a su hijo demostró su obediencia y su fe última en Dios. Dios el Padre no solamente proveyó el cordero para el sacrificio, sino que también reafirmó su promesa a Abraham. En Génesis 22:16-17, Dios le dijo: “Por mí mismo he jurado . . . que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo.”

Descendientes de Abraham

Hemos estudiado la vida de Abraham detalladamente porque él personifica o representa los asuntos claves de la fe. Aunque no podremos hacer de la misma manera con cada uno de los descendientes de Abraham, podemos aprender muchas cosas acerca de ellos.

El siguiente diagrama es llamado árbol genealógico. Muestra la relación familiar entre los descendientes de Abraham. Las líneas más oscuras muestran las relaciones familiares de las que nos habla la Biblia. El diagrama indica, por ejemplo, que Taré tuvo tres hijos: Harán, Abraham, y Nacor. Bajo cada hijo están los nombres de sus descendientes. Sin embargo, algunos de estos descendientes se casaron unos con otros, por lo que están relacionados. Rebeca, la nieta de Nacor, se casó con Isaac, el hijo de Abraham y Sara. Raquel y Lea, las biznietas de Nacor, se casaron con Jacob, el nieto de Abraham.

¿Recuerda cuáles son los tres propósitos por los cuales Dios escogió a su pueblo? (Vea la sección introductoria.) El tercero de estos consistió en tener una línea de ascendencia a través de la cual vendría Jesús el Redentor. Los capítulos de Génesis 24-50 mencionan tres antepasados de Jesús que descendieron de Abraham: Isaac, Jacob y Judá.

Isaac; lea Génesis 24:1-26:35

La historia de Isaac parece oscurecerse por la de su padre Abraham y la de su hijo Jacob. Sin embargo, él desempeñó un papel muy importante en los planes de Dios. Abraham vio que Isaac no debía casarse con una mujer cananea. Eliezer, el sirviente de Abraham, siguió sus instrucciones y le llevó una esposa a Isaac de entre los familiares de Abraham de la Mesopotamia (Génesis 24). Dios confirmó su pacto con Isaac (Génesis 26:3). A través de Isaac, fueron traspasadas las promesas de Dios a su hijo Jacob.

Jacob; lea Génesis 27:1-37:1

A pesar de sus errores, Jacob valoró las bendiciones del pacto de Dios. Parecía estar muy entusiasmado por la promesa de Dios de una nación que bendeciría al mundo. Al leer su historia, notamos que tuvo que experimentar las consecuencias de su pecado, como todo hombre lo hace. Dios lo probó y castigó, lo cual dio como resultado un crecimiento en su vida. Lo trató como a un hijo. (Véase Hebreos 12:5-8.)

Finalmente el nombre de Jacob que significa impostor. fue cambiado por Israel, que significa príncipe con Dios (Génesis 32:28). Este fue el nombre por el cual el pueblo escogido de Dios sería llamado: israelitas. Los doce hijos de Jacob fueron las cabezas de las doce tribus, las cuales vinieron a ser la nación de Israel (Génesis 49).

José; lea Génesis 37:2-50:26

La historia de José nos muestra que fue un gran personaje entre los mencionados en la Biblia. Ilustra la providencia de Dios, la que también nosotros podemos experimentar. José tenía 17 años cuando fue vendido como esclavo a los egipcios. A los 30 años de edad, se convirtió en gobernador de Egipto. Diez años después, entraron en Egipto su padre Jacob y el resto de la familia, durante el tiempo cuando hubo una gran escasez en toda la media luna fértil. En total eran 70 personas. Gracias a José, el Faraón (el rey de Egipto) les permitió establecerse en Gosén, donde el río Nilo desemboca en el mar Mediterráneo. Esta región fue la adecuada para que pudieran establecerse como pastores, donde crecieron grandemente en número, riquezas e influencia.

En Génesis 15:13-16 leemos que Dios le había dicho a Abraham que sus descendientes vivirían algunos años como extranjeros en una tierra ajena. El final del libro de Génesis parece terminar en fracaso para el pueblo de Dios. El último versículo habla de un entierro (Génesis 50:26). Sin embargo, Dios sabía que los israelitas necesitaban desarrollar su fuerza y crecer en número para estar en condiciones de poseer la tierra prometida. También tenían que evitar los casamientos con los cananeos y la influencia idólatra. Durante su estancia en Egipto, ¡Dios maravillosamente proveyó fuerza y le dio un propósito a su pueblo!

NACE UNA NACIÓN

De un pequeño grupo de 70 personas que fueron a Egipto, los israelitas aumentaron hasta casi 3.000.000. Mas para poseer la tierra prometida, los patriarcas necesitaban ser libres y estar preparados. Necesitaban ser formados como una nación.

Aunque esta última parte de su preparación duró solamente 40 años, es importante notar que una sexta parte del Antiguo Testamento se dedica a describirlo. Se incluye los libros de Éxodo, Levítico, Números y la mayor parte de Deuteronomio. He aquí un breve bosquejo de esta descripción:

De Egipto al Sinaí Éxodo 1-18, El campamento en el Sinaí Éxodo 19-Números 10:10, Viaje en el desierto Números 10:11-21, Campamento en Moab Números 22-Deuteronomio 34.

Servidumbre y esclavitud

Lea Éxodo 1-2

Así como Génesis trata sobre los fracasos del hombre; Éxodo describe la historia poderosa de Dios al apresurarse a rescatar al hombre. Es un gran libro de redención, que significa comprar de nuevo o comprar para liberar de esclavitud o cautiverio.

El nombre mismo del libro significa salida o partida. Los primeros capítulos narran uno de los pasajes más emocionantes y dramáticos de la historia del pueblo de Dios: cómo Dios los sacó, libertándolos de uno de los gobernantes más poderoso de sus días: el Faraón de Egipto.

Al principiar Éxodo, leemos del tiempo oscuro cuando la esperanza de la promesa a su pueblo de la tierra prometida estaba en su grado más bajo. José había muerto a los 110 años de edad. Un nuevo gobernador había subido al poder, “que no conocía a José” (Éxodo 1:8). Sospecharon de los israelitas, debido a que habían aumentado grandemente en número y en riqueza. Fueron reducidos a la condición más miserable de esclavitud. Fue un tiempo muy difícil para ellos. Mas aún contaban con el impulso de su sueño casi olvidado… la tierra prometida de Canaán . . . la esperanza de ser un pueblo especial de Dios.

Es posible que los israelitas nunca hubieran salido de Egipto para ir a la tierra prometida si hubieran vivido cómodamente y en prosperidad. Pero a Dios no le interesaba sólo la comodidad de ellos. El esperaba desarrollar su carácter y utilidad. Dios tiene un propósito similar para nosotros, porque somos también su pueblo. Debemos recordar ese propósito constantemente.

El pueblo de Dios había sido fortalecido y había establecido su esperanza a través de arduos trabajos. Estaban listos para el siguiente paso en los propósitos de Dios de usarlos como sus testigos.

Redención y liberación

Dios escoge a un hombre; lea Éxodo 3-6

El niño fue hallado por la hija de Faraón, quien le llamó Moisés palabra que significa sacar, porque ella le sacó del agua. A través de la influencia de la hermana mayor de Moisés, su misma madre fue llevada al palacio para que lo cuidara. Los acontecimientos de la vida de Moisés nos llevan a concluir que su madre le enseñó cosas acerca de su pueblo y del Dios viviente que él nunca olvidó.

Después de sus primeros años cuando vivió bajo el cuidado de su madre, Moisés fue puesto en un lugar distinguido en la corte del rey. Tenía las riquezas de Egipto bajo su control. Aprendió muchas cosas durante los 40 años en el palacio de Faraón. Con todo, no cesó de identificarse con su pueblo, los israelitas, aunque fuera en forma equivocada (Éxodo 2:11-16). Moisés era imperfecto como lo somos todos nosotros. Dios le llevó al desierto de Madián para que recibiera la segunda parte de su educación, donde vivió por los siguientes 40 años de su vida.

Finalmente, cuando Moisés tenía 80 años de edad, el Dios eterno se le apareció. Mientras Moisés permanecía de pie frente a una zarza que ardía en el desierto de Madián, Dios le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob”, uniéndole de esta manera, con la promesa del pacto hecha a los patriarcas (Éxodo 3:6). Dios le dijo a Moisés los planes para su vida (Éxodo 3:1-4:17). Durante los últimos 40 años de su vida, Moisés condujo al pueblo de Dios fuera de Egipto y hacia la tierra prometida.

Moisés escribió el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia). La preparación en Egipto además de sus experiencias espirituales le proveyeron la habilidad necesaria para llevar a cabo tan importante tarea.

Dios liberta a los Israelitas; lea Éxodo 7-14

Parecía una misión imposible libertar al pueblo de Dios del poder avasallador de Faraón. El poderío de Egipto se había desarrollado grandemente. Se había extendido a través de Palestina, hasta el área del río Eufrates.

Moisés le pidió a Faraón que dejara salir al pueblo de Dios. La breve respuesta de Faraón, que muestra toda su actitud, es clásica: “¿Y quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel?” (Éxodo 5:2). Dios apoyó la petición de Moisés con plagas sobrenaturales. Las primeras nueve plagas fueron similares a los eventos naturales que a veces ocurrían en el valle del río Nilo: peces muertos, sapos muertos, piojos y moscas, abundancia de insectos y pestilencias, úlceras y cultivos destruidos por granizo. La última fue un juicio sobre todos los dioses de Egipto (Éxodo 12:12).

Leemos que al principio Faraón permaneció testarudo en su decisión, o como el hebreo dice, él endureció su corazón. Luego leemos que Dios lo hizo testarudo, o como el hebreo dice, hizo que su corazón se mantuviera firme. Dios solamente afirmó aun más lo que Faraón mismo ya había decidido. Faraón, por su propia voluntad, tomó la decisión de resistir, pero Dios lo mantuvo firme para la gloria de El. Las plagas demostraron el poder del Dios de Israel tanto a los egipcios como a los israelitas. Cada plaga preparó la escena para una manifestación mayor del poder sobrenatural de Dios.

Finalmente, Dios mandó la última plaga. Sus resultados fueron tan severos que los egipcios insistieron en que los israelitas salieran inmediatamente (Éxodo 12:33).

Los israelitas salieron de inmediato, llevando con ellos las riquezas de Egipto. Fueron hacia el mar Rojo. Esta no era la ruta más directa a Canaán. Por el mejor camino de la costa, el cual era usado por motivos comerciales y militares, ellos pudieron haber llegado a Canaán en dos semanas. Pero Dios los guió hacia el mar Rojo. Se ha de recordar que eran una masa desorganizada de esclavos recién libertados. El tiempo y la oportunidad de llegar a unirse eran muy importantes. Dios no esperaba que volvieran a Egipto. Dios iba a realizar otro acto poderoso. Este acontecimiento tendría un gran efecto sobre los egipcios. Por el mismo sabrían que El era el Señor (Éxodo 14:4).

Dios guió a su pueblo por una nube durante el día y una columna de fuego durante la noche. Dios mismo estaba allí. Cuando los egipcios cambiaron de opinión y persiguieron a los israelitas, Dios colocó la gloriosa columna de fuego detrás de su pueblo, entre ellos y sus enemigos. Dios usó un fuerte viento del este para abrir un camino a través del mar, y los israelitas cruzaron a la otra orilla. Vieron cómo el ejército era cubierto por el mar mientras trataba de seguirlos. ¡Dios había libertado a su pueblo!

Los israelitas tenían aún mucho que aprender. Hubo disciplina y castigo. Había provisiones milagrosas y lecciones para líderes. Pero una nación nació en un día. . . nació sobre la base de sangre vertida. . . luchando como un niño para encontrar sus pies y el propósito de los mismos. Pero era el pueblo de Dios.

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