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La Voz de los Profetas

El Es El Camino Y La Vida

Algunos de los que siguieron a Jesús más de cerca sintieron desde el principio que El era el Mesías prometido, en quien Dios vivió para cumplir su propósito en la tierra. Otros llegaron a comprender esta verdad al abrirse su entendimiento. Vieron en cada detalle de la vida de Jesús el cumplimiento de la profecía. Algunos de ellos oyeron la voz del cielo en el no Jordán y el anuncio de Juan el Bautista. Escucharon sus enseñanzas maravillosas. Le vieron realizar grandes milagros. Sintieron en sus corazones la presencia y el amor que viene de Dios en Cristo para reconciliar al mundo consigo mismo.

Pero estos seguidores de Jesús eran personas, como nosotros. Tenían preguntas. Jesús habló de sus sufrimientos y muerte para la redención del pecado de la gente. Era difícil de comprender. Como podía Dios redimir a la gente a través de Jesús? Por que permitiría Dios el sufrimiento, la humillación y la muerte? ¿Cómo podía pagarse la pena por el pecado una sola vez y para siempre, para toda la humanidad! Al continuar predicando, ensenando, haciendo milagros y citando a los profetas, Jesús reveló gradualmente a sus seguidores su verdadera naturaleza. El dijo: “Mi Padre trabaja y yo trabajo.» Es decir, Dios estaba viviendo en El con el propósito de revelar una obra especial. Gracias a su vida sin pecado, Jesús cumplió cada aspecto de la ley de Dios. Puesto que era puro, obediente y totalmente sumiso a la voluntad de Dios, no tenía pecado que expiar; cumplió todos los requisitos de una vida recta. En su estado de pureza, se ofreció a sí mismo como el Cordero de Dios, el sustituto perfecto para el pecado del hombre. Esa obra era la redención de la humanidad, como lo había profetizado Isaías. Dios estaba en Jesús, el Mesías, reconciliando al hombre consigo mismo. Jesús explicó que lo matarían y que resucitaría para completar el plan de salvación.

«Crean también en mí», dijo El, «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.»

Los eventos de su vida pronto comenzaron a darles sentido a sus palabras. Los principales líderes religiosos acusaron falsamente a Jesus, el Mesías, hicieron planes para que fuera crucificado. Sus corazones rebeldes y llenos de orgullo no estaban dispuestos a aceptar este misterio de Jesús el Mesías por lo que era —una revelación de la misericordia de Dios. Lo trataron como un hombre ordinario, y lo acusaron de blasfemia por decir que era el Salvador del mundo.

A los líderes religiosos sólo les interesaba lo externo, las apariencias y condiciones terrenales. No tenían tiempo para lo que consideraban como enseñanzas falsas sobre el cambio de condición del alma. En realidad, sus mentes fueron endurecidas por las costumbres y rituales que ellos mismos habían elaborado. Por ello decidieron eliminar para siempre a ese Mesías que había revelado la hipocresía de ellos.

Por supuesto, Jesús pudo haberse escapado con su poder milagroso, pero se entregó voluntariamente. Lo hizo con el fin de cumplir su propósito y cada evento se llevó a cabo de acuerdo con el plan divino de redención. Como los profetas habían dicho, fuc como un cordero silencioso rumbo al sacrificio.

Los verdugos encarnados de las ejecuciones del gobierno clavaron al Mesías en una cruz, de acuerdo con la costumbre de ejecución de aquellos días. A cada uno de los lados colocaron a un ladrón, con lo que se cumplió la profecía de que moriría entre los iniquos, aun cuando era inocente. Uno de los ladrones se arrepintió y pidió perdón. Aun en medio del sufrimiento. Jesús el Mesías pronunció palabras de paz al ladrón penitente. Además, pronunció otras palabras de perdón y amor. La forma en que fue sacrificado y las señales sobrenaturales que se manifestaron cumplieron todas las profecías. Su cuerpo fue llevado a una tumba vacía por un hombre rico, la cual fue sellada por los oficiales del gobierno.

En la mañana del tercer día después que Jesús el Mesías había dado su vida como sacrificio perfecto, su cuerpo resucitó de entre los muertos, como lo había predicho. Los líderes religiosos pensaron que habían eliminado a Jesús el Mesías, pero Dios frustró sus planes. Jesús el Mesías, aunque había sufrido la experiencia de ser El mismo el sacrificio, fue resucitado victoriosamente, para seguir triunfante por la eternidad. La muerte del cuerpo indicó el sufrimiento humillante del Espíritu de Dios al realizarse el sacrificio con el fin de redimir a la humanidad, su creación máxima, a quien amaba profundamente, ¡Se había completado el acto de redención! Se había ofrecido el sacrificio perfecto. Había ocurrido un milagro que influiría para siempre en los acontecimientos de la humanidad.

Después que se descubrió que la tumba estaba vacía, algunos de los seguidores de Jesus el Mesías lo vieron en su cuerpo resucitado. Caminó con ellos les habló acerca de los profetas. «¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!», les dijo. No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrar en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras los que de El decían.

Quienes le oyeron sintieron que la verdad ardía en sus corazones. Comprendieron con mayor claridad que los sufrimientos y la resurrección de Jesús el Mesías era en realidad el plan de Dios de redención, como lo habían predicho los profetas. Estaban tan emocionados por lo que habían aprendido que corrieron a la ciudad a contárselo a sus amigos: «¡Es verdad: Jesús ha resucitado de los muertos!»

Después el Señor se les apareció a otros. Les mostró su cuerpo resucitado, y les dijo de nuevo: «Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de Mi en la Tora, los profetas y el Zabur. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras. Les dijo que fueran a proclamar a todas las personas el mensaje de arrepentimiento, perdón y redención del pecado -todo provisto por Dios, el Redentor, manifestado en Jesús, el Mesías. Estas son las BUENAS NOTICIAS, el Injil, el evangelio, que se ha de predicar en todo el mundo.

Jesús el Mesías ascendió al cielo —donde vive hoy Sus seguidores fueron llenos de confianza y gozo. Sus preguntas habían sido contestadas. La persona y la obra de Jesús el Mesías fueron verdaderamente el cumplimiento de todas las profecías.

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