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La Voz de los Profetas

El Pecado De David

Quizá nos resulte difícil creer que este mismo rey David hizo que un hombre inocente muriese y, al sentirse culpable de homicidio, clamara en su angustia: “Librame de homicidios, oh Dios.» ¿Qué echó a perder la perfección de este gran hombre?

La respuesta, por supuesto, radica en que David no era verdaderamente perfecto. Sólo hay uno que es perfecto; sólo uno que no se equivoca. ¡Fuera de Dios, no hay nadie más! David era fuerte, con talentos, inteligente, valiente, religioso, fiel en la adoración, y sumiso a la voluntad de Dios. Pero era un ser humano y tenía la tendencia al pecado, como todos los seres humanos. Fue tentado por Satanás como todos lo somos, y cedió a la tentación.

En la azotea del palacio del rey había un lugar en donde se podía caminar por las tardes, respirar aire fresco y contemplar la ciudad. Cierta tarde mientras David caminaba vio que una mujer se estaba bañando. Era muy hermosa. De inmediato en su mente se posesionó de él el deseo.

«¿Quién es ella?», preguntó David.

«Es Betsabé, mujer de Urías heteo», contestó su siervo.

Tentado por Satanás, comenzó a aumentar el deseo por aquella mujer. Entonces decidió matar de alguna manera a Urías. Así podría tomar a Betsabé como esposa. Puesto que Urías es soldado, pensó David, bien puede morir en combate.

Cualquier soldado está expuesto a morir. Pero David no estaba dispuesto a esperar que Urías muriera en combate. Decidió asegurarse de ello. Le dijo al capitán del ejército que pusiera a Urías en el lugar más peligroso, en la línea del frente. El plan dio resultado. Urías murió en combate.

Por un tiempo David trató de pensar que no había hecho nada malo. «No tengas pesar por esto», le mandó a decir David a quien le enviaba la noticia de la muerte de Urías, «porque la espada consume, tanto a uno como a otro. Dile esto al capitán para alentarlo»

Pero era David quien en realidad tenia pesar. Estaba tratando de alentarse a sí mismo. Sabia que había obrado mal y que había ofendido Dios. Había vivido cerca de Dios, pero su pecado lo estaba apartando de El. En esa etapa aprendió una verdad muy solemne: el pecado separa al hombre de Dios. No podemos estar cerca de Dios y sentir su amistad si permitimos que las malas tentaciones influyan en nuestros pensamientos y acciones y nos hagan pecar. El pecado contamina nuestras vidas, y Dios, quien es santo y puro, no puede habitar junto a lo impuro. David no podía dormir. Dijo que sentía la mano de Dios sobre él, de día de noche: «Y mi fuerza se desvanecía como en el calor del verano.»

Muchos de nosotros sabemos lo que se siente cuando Dios está lejos de nosotros. En ocasiones, como David, tratamos de convencernos a nosotros mismos de que todo marcha bien. Pero muy dentro de nosotros sentimos una inquietud un vacío, una separación. De esta forma Dios nos hace estar conscientes de la realidad del pecados de nuestra necesidad de buscar su santidad.

Tareas a Cumplir

Escribe una corrección para las declaraciones INCORRECTAS.

  • Los actos religiosos protegieron a David de la tentación.
  • David era fuerte, pero el pecado lo debilitó.
  • La experiencia de David demuestra que podemos estar conscientes cuando hacemos algo que le desagrada a Dios.
  • David se sintió separado de Dios por causa del pecado.
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